«Es la multa de los pobres»


El edificio donde trabaja Julián de Velasco se erige en una calle paralela a la A-2. Durante los últimos doce abriles, Julián sube a diario a su Jeep Grand Cherokee, sale de Alcalá de Henares y conduce por la autovía en dirección a Madrid, toma una salida y se introduce en las callejuelas del morería de Salvador (distrito de San Blas-Canillejas). En 48 horas ya no podrá: su todoterreno se matriculó en 2005 y no tiene ritual medioambiental de la DGT (Dirección Genérico de Tráfico). El veto a estos coches, los más contaminantes, de fuera de la haber comienza el 1 de enero de 2024. «Así que voy a jubilarme», bromea Julián, de 59 abriles.

Según el registro del año pasado, en la Comunidad de Madrid hay 837.779 turismos sin distintivo medioambiental, los denominados A, gasolina matriculados antiguamente de 2000 y diésel previos al año 2006. Casi la medio, unos 420.000, residen en municipios de la región y están vetados en Madrid haber a partir del lunes. Son todos los que no están empadronados en la ciudad ni pagan aquí el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM). «Va a activo ciudadanos de primera y de segunda, y hay familia que no tiene pasta para comprarse un coche y esos, ¿qué hacen? ¿Tienen autobuses a las horas que necesiten? ¿Tienen paradas donde tienen que ir?», cuestiona Julián.

Entre Alcalá de Henares y Madrid casi nada se tarda 20 minutos al volante. El mismo trayecto en transporte sabido dura una hora y para Julián no es una opción. La alternativa es cambiar el Jeep Grand Cherokee por el coche de su mujer, un Opel Karl con ritual B, el subsiguiente en la escalera contaminante. Ella lo utiliza, pero al menos trabaja en Alcalá de Henares. «Tiene pegatina, llegará un momento en que siquiera tenga y tendremos que comprarnos un coche», se resigna.

Esta misma semana, la estructura en defensa de los conductores Automovilistas Asociados Europeos (AAE) ha pedido al Junta de Madrid una prórroga. «Estábamos esperando hasta última hora, pero creemos necesario una moratoria ‘in extremis’, porque esta medida va a crear un reservado problema social para miles de madrileños», reclama en conversación telefónica el presidente de la asociación, Mario Arnaldo. Pide un año más de tregua, equipararse con los conductores madrileños sin ritual que se libran de la prohibición hasta 2025. Dice que ha ocurrido en otros ayuntamientos, en Castellón, Alicante e incluso París, «porque las condiciones de los ciudadanos no pueden encargarse esta descarbonización».

El veto que entra en vigor es el penúltimo paso de un calendario progresivo de restricciones que se completará el 1 de enero 2025, cuando ningún transporte A podrá circular por la ciudad. Hasta ahora estaban desterrados de la M-30 y todo el interior de Madrid, y pasado mañana lo estarán de la anciano zona de bajas emisiones (ZBE, por sus siglas) de Europa, los 604 kilómetros cuadrados del término municipal madrileño; solo se salvan las carreteras estatales y autonómicas, en las que el consistorio no tiene competencias. Esta figura antihumos es obligatoria en todas las ciudades españolas de más de 50.000 habitantes y, en 2021, José Luis Martínez-Almeida aprobó la suya con la nueva reglamento de Movilidad Sostenible.

Desde entonces, los tránsitos de vehículos sin ritual en el interior de la M-30 han disminuido hasta suponer el 2,3% del total, 73.826 de los 3.246.971 movimientos diarios detectados de media, según datos del Ámbito de Urbanística, Movilidad y Medio Circunstancia. Igualmente esta misma semana, Almeida respondió a las quejas de los afectados durante su entrevista con torrevieja news today:

—El 1 de enero los madrileños van a tener los mejores datos de calidad del garbo de toda la serie histórica. Nunca Madrid ha respirado un garbo como el que estamos respirando en estos momentos. Moratoria militar, no va a activo.

En Madrid, el tráfico rodado es el causante de más de la medio de las emisiones de óxidos de ázoe que, cercano a otros agentes contaminantes —como el dióxido de azufre (SO2), el amoníaco (NH3) o las partículas en suspensión de 2,5 micras (PM 2.5)—, acarrean importantes riesgos para la lozanía de los ciudadanos. Desde que empezaron las medidas restrictivas, primero en la almendra central y en Plaza Elíptica —tradicionalmente el punto infausto de la contaminación capitalina—, los niveles de óxidos de ázoe han caído a sus niveles más bajos desde 2010.

En contra del etiquetado

Este sábado, a las 11 de la mañana, la Asociación de Vehículos Afectados por las Restricciones Medioambientales (AVARM) ha convocado una protesta sobre ruedas. Partirán de Valdebebas, al ideal de Madrid, con sus vehículos A empapelados de panfletos: «¿Cómo te vas a mover a partir de 2024?». La marcha recorrerá autopistas sin cruzar zonas de bajas emisiones, por supuesto. Son 200 euros de multa. «No estamos en contra del medio concurrencia, todo lo contrario, pero las etiquetas están mal hechas desde el origen», explica el presidente de la plataforma madrileña, David Harvey. Distintas organizaciones ecologistas han denunciado el etiquetado porque marca los vehículos en función de su matriculación, en área de las emisiones que producen.

Harvey, de 47 abriles, vive al sur de Madrid, en Carabanchel, y tiene un Volkswagen Golf del 2000 y una Yamaha Tmax del mismo año. «Si la hubiera matriculado seis meses más tarde, sí tendría pegatina», asegura. Hace tres abriles, su plataforma interpuso una demanda al Junta de Madrid por este asunto y aún esperan la resolución. Harvey deje de una reforma de la homologación medioambiental y argumenta con números: «Mi moto echa 125 gramos de CO2 a la ámbito y un Maserati Este con ritual ECO [un híbrido de lujo] tiene los primeros 40 kilómetros por hora de motor eléctrico, pero si entra en combustión en Madrid echa 325 gramos de CO2 a la ámbito».

Las protestas de estos conductores ya empezaron en el mandato de Manuela Carmena, la primera alcaldesa en delimitar una zona de bajas emisiones en el corazón de Madrid. «Muchos de la plataforma, y me incluyo, hemos votado a Almeida cuando se hinchaba a poner carteles en las marquesinas con que iba a quitar Madrid Central. Es en la ITV donde tendrían que decirte si pasas o no ese año, si estás echando más emisiones, no por un corte de matrícula», zanja Harvey. Cuenta que llaman a las zonas de bajas emisiones «zonas de bajas exclusiones», que «hay verdaderos dramas de familia que no puede ir al médico desde Villalba», que su padre talego a pasear su Volkswagen Passat de 1987 cada domingo «para que no se oxide» y «le está generando un problema».

Julián de Velasco opina que «no es una cuestión de ritual, sino de mantenimiento del coche». El presidente de la AAE considera que el veto «es desproporcionado». «Es la multa de los pobres, del que no puede fertilizar un coche nuevo. Un eléctrico no es accesible, sigue siendo caro, se están retrasando los puntos de recarga pública en la calle…», añade Mario Arnaldo. Mientras tanto, el cabildo prevé que la medida convertirá en sancionables unos 700 vehículos diarios, de los 800.000 que se internan cada día en la haber. Y habrá 464 cámaras vigilando.



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