Denuncian unas instalaciones que se caen a pedazos, una cancha de grava, unas aulas de escuela con baños que amenazan con el derribo, equivocación de calefacción en la longevo parte de los cuartos, y cero climatización, cortes de luz o mala calidad en la nutriente.
En esta partidura, demandan unos mejores salarios, ya que, según explican, no cobran ni plus de peligrosidad, ni nocturnidad ni festivos como el 25 de diciembre. Por ello, aseguran que actualmente se sienten saturados y quemados. “Ninguén quere estar aquí”, aseguran de forma persuasivo.
Culpabilizan de esta situación a la Xunta de Galicia, como concesionaria del servicio, y a la Fundación Diagrama, como gestores del concierto desde hace siete abriles, de mirar en dirección a otro costado frente a los problemas del centro.