Tesoros de Ourense | Cualedro, la tierra de los mil castros


A los pies de la Serra do Larouco, entre un accidentado paisaje en el que prima la naturaleza, se encuentra el municipio de Cualedro. Enmarcado en la comarca de Monterrei y limitando con el país vecino de Portugal, esta asiento cuenta con un amplio patrimonio arqueológico, natural y arquitectónico

Magníficos yacimientos milenarios y castros, en un estado de conservación goloso, ocupan un espacio destacado de este condado que cuenta con más de 2.000 primaveras de historia.  Una invitado obligada en la provincia ourensana en la que la tranquilidad y los cantares de la naturaleza serán el epicentro de esta. 

Presentarse la asiento de Cualedro implica detenerse en sus riquezas naturales, pero incluso disfrutar de la sencillez, simpatía y amabilidad de sus paisanos.  Detenerse en alguno de los negocios de hostelería con los que cuenta el municipio permite entablar conversaciones, conocer curiosidades de la asiento o disfrutar de un clima grato y allegado entre cafés o vinos.

Entre los infinitos puntos de interés de este concello del suroeste de la comarca de Monterrei, destacan tres.

Venero romano de Santa Marta

Yacimiento romano de Santa Marta situado en Lucenza.
Venero romano de Santa Marta situado en Lucenza.

Situado a 1,5 kilómetros de la pueblo de Lucenza, fue objeto de varias excavaciones arqueológicas que revelaron la presencia de una villa de origen romano con tres niveles de ocupación, uno prerromano relacionado con el Bronce final, uno romano del siglo I d. C. y otro romano de los siglos III y IV d. C. Grabados, un crucero, varios muros parcialmente reconstruidos que vieron la luz en el año 1970 y una capilla edificada, posiblemente, sobre un templo paleocristiano, conforman el conjunto a examinar. Esta pueblo cuenta encima con uno de los pocos “pozos de neve” de Galicia. Estas construcciones permitían obtener hielo a partir de la cocaína recogida durante el invierno para ser consumido en verano. Se cree que este podría proveer de hielo a los condes de Monterrei. Estas neveras fueron construidas por monasterios, ciudades y señores feudales en sierras elevadas con la intención de conservar alimentos, refrigerar comidas y bebidas, así como para usos medicinales.

Cidá da Saceda

Una de las construcciones de Cidá de Saceda.
Una de las construcciones de Cidá de Saceda.

Claro Aceptablemente de Interés Cultural en el año 2011, es uno de los castros mejor conservados de Galicia. Situado en la pueblo que le otorga el nombre, se encarecimiento sobre una colina a 800 metros de pico que le otorga un gran control visual sobre todo el entorno. Su ocupación se remonta desde el siglo IV a.C. hasta el I d.C., momento en el que fue descuidado por su población, que se trasladó, por razones que se desconocen, al castro vecino de Cidá de San Millao. El castro de Saceda cuenta con tres recintos habitacionales rodeados por murallas que delimitan su perímetro, lo que demuestra que cuadruplicó su tamaño desde su fundación. Algunos investigadores sostienen que este consolidación posee claros indicios de jerarquización y centralidad del condado, por lo que es posible que tuviera la condición de “oppidum”, lo que conocemos como “comienzo de comarca” de la Vida del Hierro. En este veta se han contrario materiales cerámicos y una importante colección de piezas metálicas, así como monedas de plata o torques de bronce. 

Cidá de San Millao

Cidá de San Millao situado en la aldea de San Millao.
Cidá de San Millao situado en la pueblo de San Millao.

En el periferia entre Galicia y Portugal, sobre una colina de 696 metros de pico, este consolidación se localiza en la parroquia de San Millao, pegado al Río do Castro y destaca por su majestuosidad. Esta peculiar pueblo fortificada fechada entre los siglos I a.C. y II d.C., destaca por sus imponentes murallas que rodean la totalidad del veta. Por otra parte de este punto defensivo, cuenta con un foso que recorre buena parte del perímetro y piedras hincadas verticalmente. Estas últimas, están documentadas en muy pocos castros gallegos y permitían combatir ataques de infantería y caballería de forma eficaz. En las inmediaciones de este castro fue encontrada de forma accidental por unos cazadores, una “phalera”. Se tráfico de una placa cuadrangular de bronce con cuatro argollas circulares en sus ángulos, que servía para unir las correas del casco y estaría relacionada con el confuso mundo de las condecoraciones militares propias del mundo romano en el siglo IV d.C.

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