las autonómicas que determinarán el ciclo político gallego a medio y largo plazo


Por previsible que parezca, hay muchas cosas en distracción el próximo 18 de febrero, término de las elecciones autonómicas gallegas. No está en disputa solamente el color de la Xunta, sino igualmente el devenir de los principales actores políticos en la Comunidad a medio y abundante plazo. No será lo mismo si —como vaticinan por el momento el gordinflas de las encuestas— el PP revalida su mayoría absoluta a si, por el contrario, entrega el gobierno a un tripartito conformado por PSOE, BNG y Sumar, que a su vez mantiene como principal clave el orden y prevalencia de los partidos de la izquierda.

La conquista —con absoluta— de Alfonso Rueda convalidará no solo su papeleo al frente del Ejecutor regional, sino a la flagrante dirección del PP gallego, conformada tras la salida en dirección a Madrid de Alberto Núñez Feijóo. Se abriría en el centro-derecha gallego una etapa de estabilidad a medio plazo. A nivel doméstico, el triunfo de Rueda lo homologaría a otros presidentes autonómicos que deben el cargo a las urnas, y cobrará más peso en los equilibrios internos en el PP a nivel doméstico, probablemente como punto de permanencia entre los dos grandes barones conservadores, el andaluz Juanma Bronceado y la madrileña Isabel Díaz Ayuso.

Pero, de no producirse esa conquista electoral suficiente, el tablas que se desplegaría probablemente abriría la puerta a una renovación generacional en el PP gallego, con la arribada de algunos nombres que el partido ya tiene interiorizados y generarían poca sorpresa.

Besteiro, parte II

En el PSOE hay una hoja de ruta ya establecida, que se desarrollará independientemente de que se importancia el gobierno gallego o no este próximo 18F. El próximo secretario caudillo del PSdeG será José Ramón Gómez Besteiro, regresando al cargo que se vio obligado a desamparar en 2016 por la presión de la sentenciador Pilar de Lara. No es que ahora no tenga capacidad de valentía interna, cedido que su argumento política está coordinada al milímetro con el flagrante líder socialista, Valentín González Formoso. Pero este siempre entendió su etapa en el cargo como temporal, hasta el regreso de Besteiro, que lo retomará en un congreso gallego a celebrar a lo abundante de 2024. El respaldo de Pedro Sánchez es inequívoco. El PSdeG se seguirá dirigiendo entre Lugo y La Coruña, y respetando la autonomía de Vigo.

Más incógnitas rodean a qué puede suceder en el BNG si Ana Pontón no alcanza el objetivo de aceptar a la Presidencia de la Xunta el 18F. Estas son sus terceras elecciones como candidata, y lo hace con una ordenamiento sin ruido interno, que respeta su liderato y no cuestiona su envite por la moderación. No obstante, si en 2016 Pontón dirigía una nave a la deriva a punto de irse a las rocas, ahora dispone de la segunda fuerza política de Galicia, y un poder municipal reforzado, mayoritariamente gracias al PSOE. Un nuevo fiasco podría ser definitivo para cascar una nueva etapa en el nacionalismo gallego.

Qué ocurra con Sumar va a estar mezclado a sus resultados en las urnas. Si se van de malogrado —como ya le sucedió a Podemos en 2020—, lo más probable es que Marta Lois regrese a su escaño en el Congreso. Este tablas dificultará la construcción e implantación del partido en el región. Si consigue representación —a yerro de aprender quién la ocuparía—, podría ser una primera pica para recuperar la visibilidad perdida de la izquierda rupturista desde la catástrofe de En Marea en las anteriores autonómicas. Todo está campechano.

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