el caos de tráfico que entorpece a ambulancias y bomberos


Luces, música y riadas de visitantes. La Navidad en Vigo se estrenó este año desafiando al corregidor de Nueva York con sus más de 11 millones de luces led, sus 450 calles adornadas, 6.000 estructuras decorativas y un árbol de 44 metros de mérito como gran novedad. Un auténtico espectáculo para la horizonte que alumbra la primera ciudad de Galicia al mismo tiempo que ejerce una enorme sombra sobre parte de los vecinos de una capital en la que los colapsos forman parte ya del día a día. De unos abriles a esta parte son conocidas las quejas de los habitantes de la zona centro, que reprochan al concello liderado por Abel Desinteresado el persistente ruido con el que deben convivir durante cerca de dos meses, que trastoca sus vidas e que impide su derecho al refrigerio.

Las luces en las principales calles del centro de la ciudad asimismo tienen consecuencias negativas sobre los residentes, que soportan la carga lumínica de una celebración que traslada cada año a Vigo a decenas de miles de personas. Pero más allá de estas intensas molestias, las denuncias ciudadanas se centran ahora en anular el peligro al que, señalan los vecinos, se exponen tanto ellos como quienes los visitan en caso de que se produzca una necesidad.

El principal problema, según confirman los trabajadores de los servicios de emergencias, son los interminables atascos que día tras día colapsan las calles y los túneles de acercamiento al centro y que impiden que ambulancias y coches de policía y bomberos se muevan con facilidad. Para denunciarlo, varias asociaciones hicieron públicas imágenes en las que se muestran ambulancias atrapadas y sin ganancia alguno de maniobra.

En una conversación con torrevieja news today son los propios conductores de esos vehículos de emergencias los que revelan las esperas a las que los pacientes se exponen y la odisea diaria para resistir a su destino. «El otro día para transigir a promontorio un traslado que normalmente supone media hora de tiempo estuvimos hora y media. En normal, una necesidad que antaño atendías en un tiempo medio de 8 a 10 minutos ahora se puede extender hasta los 40 en función del tráfico. Se ha hexaedro el caso de ambulancias saliendo cientos de metros marcha a espaldas del túnel de Beiramar para apañarse itinerarios alternativos, porque las carreteras están taponadas«, denuncia Alfredo Castro, portavoz de la Asociación Galega de Técnicos de Emerxencias sanitarias (Asgate).

Sus palabras las refrendan los bomberos, que critican abiertamente que no hay personal suficiente, lo que deriva en una «seria amenaza» para vecinos y visitantes. Aseguran que en estas condiciones ellos no pueden avalar, por ejemplo, «el rescate de personas que vivan en una mérito superior a un tercer carretera, si es que llegan a tiempo». Cada minuto es oro, concuerdan con los sanitarios, que se resignan a esperas de incluso horas para trasladar a los pacientes al hospital de remisión de la ciudad, en el que muchos reciben sus tratamientos de quimioterapia o diálisis. «Por no conversar de un caso de ictus o infarto en el que el tiempo de reacción diferencia la vida de la asesinato«, insisten en presencia de la descuido de respuesta por parte del concello olívico.

En normal, los colectivos afectados coinciden en la descuido de planificación para unas semanas en las que Vigo, textualmente, se desborda. Más aún en fines de semana o festivos en los que intentar entrar a la capital es cometido inútil como quedó demostrado el pasado puente de la Constitución. Los vecinos de los edificios del centro hablan, con su portavoz Alba Novoa al frente, de decenas de personas colándose en los portales para merendar, con las suciedad que esto les genera. Asimismo reprochan en sus redes sociales la papeleo de los residuos que se está realizando y los macrobotellones. «No hay contenedores suficientes y por las mañanas vemos gaviotas e incluso ratas». «Las luces te parecen bonitas si las ves un rato, pero si están entrando por la ventana de tu casa molestando mucho, por no conversar de la descuido de intimidad de la azuda pegada a las casas. Es valer un parque de atracciones en medio de las viviendas, demencial«, reprochan.

«No somos antiVigo»

En cuanto a la atención a las emergencias, la novedad este año fue la colocación de unos carriles de seguridad tal y como los define el protocolo de seguridad del concello, pero su funcionamiento asimismo está siendo muy criticado por todos los vehículos que desfilan por él. «Por esos carriles van los autobuses, los trenes turísticos, los taxis, los bomberos, las ambulancias…», explican los colectivos afectados, que piden decano estructura a la hora de celebrar unas fiestas que no interfieran en la vida y el bienestar de los vigueses.

Frente a las voces, cada vez más altas, que muestran la cara B de la Navidad en la ciudad el cabildo resuelve que todo está funcionando admisiblemente y limitan las denuncias a una pelea «política». Al conversar de cifras de visitantes, al concello le bailan los números siendo hasta tres millones de personas, según declaraciones del propio Desinteresado, las que lo visitaron en las Navidades de 2023. El retorno financiero lo situó en los 750 millones de euros, aunque a muchos vigueses les parece que, cada año, los fastos compensan menos. «Están generado un estrés a la población desmesurado. No somos antiVigo, como se ha llegado a proponer, pero las imágenes hablan por sí solas», manifiestan quienes viven a la sombra de una Navidad infinita que nunca apaga las luces.

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