Marchamalo celebra su cuarto de siglo como municipio independiente


La entrada guadalajareña de Marchamalo estrena 2024 celebrando el cuarto de siglo como entrada independiente, con un vídeo conmemorativo en el que el corregidor, Rafa Esteban, reivindica los 25 abriles de «construir futuro creando una nueva sociedad y dotándola de los mejores servicios«.

Una historia que pasa por la creación de «empresas, puestos de trabajo, tradiciones, civilización, vida y todo aquello que hace que Marchamalo sea el pueblo referente en servicios de toda Castilla-la Mancha«.

«Hemos crecido juntos y juntos queremos seguir haciendo un Marchamalo mejor. Nuestro pueblo, el espacio más atún y con mejores servicios para proceder de todo el mundo. 25 abriles no son carencia. Felicidades», remata el vídeo.

25 abriles según el cronista

Juan Enrique Ablanque, cronista oficial de la entrada, rememora en su afirmación el proceso para alcanzar la independencia, relatando cómo la Nochevieja del año 1998 es para cualquier marchamalero «una de esas fechas que nunca se olvidan».

«Aquel 31 de diciembre el por entonces corregidor de Guadalajara, José María Bris, y el corregidor pedáneo de Marchamalo, Juan Armando Monge, se fundieron en un ataque inmediatamente posteriormente de firmar el convenio definitivo que regiría el proceso de desanexión de la población gallarda con respecto de la renta de la provincia«, recuerda.

En ese momento, Marchamalo volvía a ser un municipio autónomo posteriormente de 26 abriles unido administrativa y legalmente a Guadalajara, «acontecimiento tan pródigamente esperado que no fue de sorprender que la fiesta posterior, con música, danza y fuegos artificiales se alargara hasta adecuadamente entrada la crepúsculo del 1 de enero del año 1999, el primer día de Marchamalo como municipio autónomo desde 1973».

Una alegría «controvertida» durante las casi tres décadas anteriores. El proceso de anexión y de desanexión de Marchamalo, siempre entre los cinco municipios más grandes de la provincia, fue polémico ya desde su raíz, cuando a las puertas del final de la dictadura franquista el pueblo se vio envuelto en un proceso generalizado de reunión de municipios determinado desde el Consejo de Ministros y por Decreto, como por entonces era habitual.

«Así, de un plumazo, se ponía fin a 350 abriles de autogobierno en Marchamalo, contados a partir del momento en el que sus vecinos, con su propio sudor medido en reales, lograron su condición como villazgo», indica el cronista.

Con la aparición de la democracia y las elecciones libres, según el relato, «el PSOE no tardaría en hacerse con el timón en el Junta de Guadalajara, pasando a ser uno de sus militantes corregidor pedáneo de Marchamalo».

Desde entonces Fernando Olalla «se convertiría en un emblema para los marchamaleros, no ya solamente por su compromiso con su pueblo, sino todavía por su determinante papel en el proceso de desanexión y el desafortunado momento en el que llegaría su crimen».

En medio de un «fuego cruzado» en la lucha por la Alcaldía de Guadalajara, Olalla tuvo que defender los intereses de Marchamalo como municipio «con tino y cautela».

«Para entonces la dependencia respecto a Guadalajara ya no era ninguna tontería, adecuado a la existencia de servicios totalmente vinculados a la ciudad vecina, caso de la depuradora, la policía municipal, el servicio de recogida de basuras o la vírgula de autobús urbano. Un vínculo práctico que carencia tenía que ver con la historia, pero cuyos lazos se antojaron casi tan fuertes como los de cualquier pareja de botones», añade.

Ya en 1996, la Juntura Municipal, compuesta por tres representantes del PSOE y dos del PP, acordó por unanimidad iniciar el proceso de desanexión, que arrancaría con una consulta popular celebrada tan sólo un mes posteriormente.

Fue entonces cuando el pueblo de Marchamalo se pronunció de modo definitiva sobre su intención o no de prolongar su destino conexo al de una ciudad de la que, adicionalmente de un río y cinco kilómetros de carretera, «le separaba un mundo de micción reales».

«Del resultado del referéndum pudieron obtenerse dos lecturas claras, aunque diferentes. Por un flanco su décimo, que superó levemente el 55%, puso de relieve la incertidumbre de un copioso sector de la población con destino a el proceso, temerosos de la posible pérdida o reducción de servicios públicos. Y por el otro la amplia trofeo del ‘sí’, que con 1.776 votos supuso un 82,5% del cómputo final», remata.

A partir de ahí vendría otro proceso no menos complicado, el de la negociación del convenio de segregación con Guadalajara. Durante el mismo, gracias a la buena disposición de uno y otro municipios, que pensaron siempre primero en los vecinos, y a la paciencia y pericia de Juan Armando Monge, abogado y mano derecha de Olalla en el consistorio gallardo, se logró que Marchamalo conservara la maña totalidad de los servicios que venía recibiendo en el pasado, pagando por ellos, claro está.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *