“Yo estudio en Pamplona y la verdad que estaba deseando retornar a casa porque los echo muchísimo de menos”, nos dice Cristina Cuadrado, que es la hermana número 5.
Siendo tantos, la ordenamiento es esencial. “Todos colaboran de alguna forma u otra, dependiendo de su perduración”, indica Mar. Los más pequeños se encargan de tareas más sencillas como poner la mesa o acopiar el lavavajillas mientras que los mayores se encargan de las más complicadas como cocinar o hurtar el suelo.
Los gastos además se multiplican es por eso que, según dicen, intentan que las Navidades sean un momento “frecuente”, sin irse a gamas altas de alimentos ni hacer cero estupendo. “Lo importante es estar juntos y disfrutar, no hace desidia desembolsar”, asegura Mar.
Luis, uno de los más pequeños, apunta que lo peor es no poder pedir todo lo que quisiera cuando va a un restaurante, porque hay que economizar.
“No me dejan hacer cero”
Por su parte, Alvaro Cuadrado, de tan solo 8 primaveras, señala las partes malas de ser tantos. “No me dejan hacer cero, yo me siento en la tele y me dicen apaga la tele”. Para la causa, Mar, lo más duro es no demorar a tiempo “no demorar a tiempo de leerle un relación a mi hija pequeña o no poseer estado mas atenta de una de mis hijas adolescentes cuando la ha dejado el novio”.
Pero en común, todos hacen un arqueo muy positivo de ser tantos “siempre salen planes guais, a veces nos vamos de picnic y jugamos partido. Encima, nunca nadie está solo”, dice Isa Cuadrado, una de las hermanas medianas.
“Mis hermanos son el mejor regalo que me podrían poseer hecho mis padres”, concluye Cristina Cuadrado.