¿Por qué en Galicia todos temen el ‘efecto Pontón’?


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Rejuvenece y modera al BNG, aprieta al PP, se soporte al PSOE y asfixia a Sumar

La líder de BNG y candidata a las elecciones gallegas, Ana Pontón.
La líder de BNG y candidata a las elecciones gallegas, Ana Pontón.XOAN REYEFE
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Ana Pontón se situó frente a la cámara en las calles en las que hace su vida cotidiana, entre los barrios de Almácigo y Concheiros, en Santiago de Compostela. Se presentó como una ciudadana más, que hace la operación; lleva a su hija, Icía, de tres primaveras, al colegio, y palabra con sus vecinas y vecinos. Y enumeró las mismas preocupaciones que la mayoría de las personas que la rodean: sanidad, subida de la cesta de la operación, la luz y la hipoteca o equivocación de oportunidades para la nubilidad.

Era el vídeo de fin de año de la líder del BNG y candidata en las próximas autonómicas y, en poco más de dos minutos, resumió la esencia de su tesina político y su campaña. La persona de tira del nacionalismo gallego, flagrante jefa de la examen en Galicia, ha reflotado su formación a colchoneta de cercanía con sus votantes, formas moderadas -sin olvidar sus firmes convicciones- y una imagen de nubilidad y modernidad que no proyecta ningún de sus rivales de cara al 18 de febrero.

Ese es uno de los fuertes que la convierten en una de las más temidas a la derecha, la izquierda y el centro. El PP, el PSOE y Sumar tienen complicado ganarle en su dominio, el de una ciudadana más que lleva a la política los problemas del día a día. Es la imagen que tiene de ella la ciudadanía y es parte de su secreto para acaecer acabado resucitar un partido cuyas riendas cogió en 2016 en su peor momento, con tan sólo siete diputados autonómicos, ningún en el Congreso y al borde de convertirse en formación extraparlamentaria. El huella Pontón rompió su techo electoral y la convirtió en 2020 en segunda fuerza tras el PP de Alberto Núñez Feijóo y líder de la examen en Galicia, con 19 escaños en la Cámara frente a los 14 del PSOE y ningún de las mareas ciudadanas.

Nacida en una lugar de Lugo (Chorente, Sarria) en 1977, se inició en política con tan sólo 16 primaveras, lleva más de 30 de militancia nacionalista y en febrero cumplirá dos décadas como diputada en el Parlamento. Es toda una veterana en el interior de su nubilidad y se beneficia de ambas características. Es la parlamentaria que más primaveras lleva en la Cámara gallega -el más fogueado es su flagrante presidente, Miguel Santalices, del PP- pero, con 46 primaveras, es asimismo la más pollo de entre el resto de candidatos confirmados para el 18-F: Alfonso Rueda (PP, 55), José Ramón Gómez Besteiro (PSOE, 56) y Marta Lois (Sumar, 54). Contrapone su imagen moderna y fresca en un momento en el que la campaña del PSOE no termina de quitar, Sumar afronta con inexperiencia en estas lides su candidatura y el PP la observa cómo única opción capaz de aglutinar suficientes votos y apoyo político a la izquierda como para construir una alternativa para la Xunta.

Esa nubilidad, y la modernidad asociada, la explota desde que se puso al frente del BNG, y le permite diferenciarse de sus rivales. En 2020 no dudó en exhalar un póster con una imagen pop y apelar al feminismo y al We can do it, emulando a Barack Obama, para pedir un cambio para Galicia. Ese cambio que ha cedido asimismo a su partido, que ha suavizado las formas ayer radicales y reaccionarias de históricos dirigentes como Xosé Manuel Beiras y ha conectado con una ciudadanía a la que el precedente nacionalismo no conseguía alcanzar, inmóvil en el dogmatismo y más centrado en el debate escolar e ideológico que en los problemas reales de la ciudadanía.

Ana Pontón se mantiene firme en sus convicciones, pero ha suavizado y moderado las formas, con un estilo renovador y más accesible para el global de los votantes. Más hogareño y asimismo más amable y que se crece en el tú a tú y las distancias cortas. Lleva siempre una sonrisa afable y el diálogo por bandera, huyendo de tensiones tanto a nivel interno en su partido, hoy totalmente cohesionado en torno a su figura, como alrededor de el foráneo. No duda en mostrarse crítica y en censurar las políticas menos progresistas, pero sin ruido ni crispación. Un talante que le acerca a unos votantes hoy hartos del alboroto. Es su marca personal que ha acabado expandir al resto de la formación que lidera, y que ha conquistado incluso al mismísimo Pablo Iglesias, que llamó a los votantes de Podemos a pedir el apoyo para el BNG frente a Sumar.

No huye de los debates, pero lo hace sin confrontación y esa experiencia atesorada durante dos décadas de dialéctica parlamentaria le permite desenvolverse con total soltura en cualquier polémica. En sus dos campañas autonómicas como persona de cartel salió reforzada de todos los debates televisados. Su liderazgo se afianzó tras confrontar con los líderes del PP, el PSOE y las mareas, aunque sin conseguir desbancar al entonces candidato popular y presidente Alberto Núñez Feijóo.

Este talante sosegado que hasta su presentación era poco habitual en el BNG, sin renunciar nunca a sus principios ideológicos, la ha llevado a aglutinar en su formación el voto de una izquierda harta de las tensiones entre las distintas facciones de las mareas y Podemos. Su posicionamiento de mujer robusto y feminista que se presenta como la gran oportunidad de que Galicia tenga a la primera presidenta de su historia terminó de impulsar el resurgir nacionalista. A nadie, ni su partido ni entre sus rivales, se le escapa que el 18-F será el gran examen para confirmar si esa fortaleza electoral ha llegado para quedarse y si los votantes compran su discurso de ser la única candidata sin las manos atadas al centralismo y enfocada solamente en mejorar Galicia.

Una imagen blanca para la campaña

DE BEIRAS… Ese BNG con Beiras en líder histórico llegó a 18 diputados en 1997. Pontón superó este tope en 2020, con 19 diputados, pero sobre todo se aleja del perfil de aquel en la parte arisca.

… AL 18-F. Los actos políti-cos de Pontón se enmarcan en banderas palestinas, de la izquierda castellana revo-lucionaria, alguna hoz con su martillo y ‘estreleiras’, la bandera gallega con esa es-trella roja que asimismo está en el logo del BNG. Pero al iniciar la campaña del 18-F, para ‘Agora Gañar’, posó so-bre fondo cerúleo sin pista rojo ni de radicalidad. ‘A mellor Galiza!’, proclama, y la única suerte -blanca- es ella.

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