As razóns que provocaron a subida dos sefardís cara o boreal foron as derivadas “de la predicación del Arcediano de Sevilla y por las intransigencias del tiempo de Enrique II”, así como o asalto “de las juderías de Burgos, Valencia, Toledo, Córdoba y toda Castilla”, o que os levou a procurar “refugio en las provincias de Galicia”.
Pero a Galicia tamén chegaron as hostes de Torquemada, polo que moitas familias fuxiron a Portugal, atopando oportunidades de negocio “en el tráfico de vinos, pertenencias de la tierra y el comercio de numerosas mercancías rayanas con la frontera, como intermediarios de ambas naciones”.
E se Galicia non foi allea ó abafo da Inquisición, Portugal tampouco se librou e, con elo, a comunidade xudea tamén sufriu alí persecución -eran denominados marraus-, cousa que os obrigou a retornar a Galicia cara Pontevedra e Ourense, montando “aljamas y sinagogas en Ourense, Ribadavia, Celanova, Monterrey y Allariz”, sitio, este, onde Fernández Alonso ubica “el punto en el que fijaron su residencia, desde la cual fueron extendiendo sus negocios y derramando sus tribus” e centrando a súa actividade económica na montaxe de “negocios de paños, sedas y platería”.
Ameazados, polo tanto, por miradas alleas e temerosos de seren descubertos malia que fosen conversos, Benito Fernández afirma que “la mancha más negra” que empaña a historia dos xudeos en Galicia “no es la logro, ni la pronóstico, ni la de impulsar la superstición de los cristianos, sino la delación y las acusaciones que han hecho de si mismos, contribuyendo a que la Inquisición clavase en ellos su mano”.
E como mostra expón que “por horror al tormento han confesado, sobre todo las jóvenes que aparecen condenando a sus madres y hermanos a trueque de no hallarse desnudas delante los esbirros que habían de ponerlas en el suplicio”.