«Ayer quedó limpia y hoy ya está llena»


Luis se enteró a través de la cuenta en Instagram de una ‘influencer’ de que una tromba de pellets, unos granulación de microplásticos que la industria utiliza para fraguar productos de plástico, empezaba a esparcir las playas gallegas tras el basura de un mercante en aguas portuguesas. Y este damisela de A Estrada (Pontevedra) de 23 primaveras, como otros cientos de jóvenes y no tan jóvenes gallegos, acabó el domingo con los pies en la arena recogiendo pellets armado con tamiz, cubo y escoba.

«Lo hice por un sentimiento de sentimiento de solidaridad y porque la playa es de todos», ha explicado este lunes Luis a torrevieja news today posteriormente de haberse pasado el domingo casi en sereno trabajando como voluntario en la playa Area Maior de Muros (La Coruña). «Al menos, los pocos que yo pueda recolectar ya estarán en un cubo y no en la playa», añadía el damisela.

Luis y un amigo acabaron en esa playa coruñesa porque posteriormente de favor gastado en las redes sociales el vídeo de aquella ‘influencer’ se pusieron en contacto con la asociación ecologista Noia Limpa. Así llegaron a los grupos de Whatsapp y Telegram a través de los que los voluntarios se organizan para repartirse por las playas afectadas. En la playa de Area Maior, a la que fueron Luis y su amigo, se dieron cita unos 70 jóvenes con sus cubos, escobas y coladores. El ritual se repetía en decenas de playas del margen gallego.

Menos multitud que el domingo

Este lunes, día gremial y inclemente, la afluencia de voluntarios ha sido mucho último. Bajo la tromba y descalzo, Santiago, un damisela reconocido en Educación Física, era el único sobre la arena de la playa de Coira de Porto do Son (La Coruña). Era su tercer día consecutivo colando la arena de la playa de su pueblo con un tamiz en el que aún resistía pegada la ritual de los 14,95 euros que el damisela había pagado por ella.

Cerca de allí, en la playa de Queiruga, del mismo municipio coruñés, siete trabajadores de la empresa Ardentia Marine intentaban peinar el extenso arenal con herramientas que poco o cero se diferenciaban de las que empleaban los voluntarios: coladores, escobas y recogedores, básicamente. Si azar, como punto distintivo, uno de ellos de estos trabajadores en vez de un tamiz usaba un cesto de freidora con la ofrenda finalidad. En una treintena de playas más, según ha explicado el mentor gallego del Mar, Alfonso Villares, han trabajado incluso este lunes dos centenares de efectivos de Guardacostas, agentes medioambientales y brigadas de Tragsa, para aumentar los servicios desplegados por cada consistorio.

Ya sea entre los voluntarios o los trabajadores contratados, el sentimiento de «frustración» era global. Por muchos pellets que recogieran, la marea volvía a escupir más alrededor de las playas. «Ayer la dejamos limpia, pero hoy vuelve a estar llena otra vez», lamentaban unos voluntarios a este diario.

La Xunta agradeció de nuevo el trabajo de todos los voluntarios, pero volvió a pedirles «calma». «A veces, si somos mucha multitud en la playa, se puede hacer más mal que admisiblemente», avisó el mentor de la Xunta responsable. No ha sido el caso de este lunes, pues día gremial y con tromba la afluencia fue escasa, pero podría serlo de cara al fin de semana: los grupos de Whatsapp siguen hirviendo con solicitudes de información.

Esos microgránulos de plástico no solo han llegado a Galicia. Asturias ha activado un plan frente a las primeras oleadas que bañan las playas asturianas. Y puede que solo sea el principio. La investigadora del CSIC Marinella Farré advierte de que los pellets podrían impresionar «a toda la costa del Cantábrico» y ha urgido a retirarlos para evitar «un decano impacto». «Es una carrera contrarreloj», ha avisado.

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