Un código para cazar al asesino


Este texto pertenece a ‘Dossier Infausto’, un boletín inspirado en el podcast del mismo nombre, que Enrique Figueredo enviará los miércoles con periodicidad quincenal. Si quieres recibirlo, apúntate aquí.

La revolución científica ha supuesto que determinados objetivos para la humanidad que parecían inalcanzables ahora estén al calibre de la mano. Los avances se han producido en las más diferentes disciplinas y han ayudado a satisfacer mil tareas de la vida cotidiana haciéndolas más sencillas o más rápidas. El ámbito de la ecuanimidad y de la criminología no han sido campos que hayan quedado fuera de ese brinco delante cuya cadencia no ha llegado todavía a su fin. Uno de los utensilios que más han modificado las reglas de la medicina forense y de la policía científica ha sido el conocimiento sobre el ADN y el modo de utilizarlo adecuadamente con el fin de esclarecer asuntos penales. Si se manejo de un homicidio o un crimen, la huella genética es una prueba de un enorme peso en cualquier investigación o procedimiento jurídico. El hallazgo de ADN, por ejemplo, de un sospechoso en unas toallas en los cuartos de baño de un firme donde se cometió un doble crimen en la villa de Almonte (Huelva) en 2013, fue tomado como una prueba casi imbatible por las acusaciones. Las discusiones durante el proceso se volvieron por momentos de tono verificado. En el crimen de Almonte, objeto de la última entrega de Dossier Infausto, fueron cosidos a puñaladas una pupila de ocho primaveras y su padre: María y Miguel Cielo Domínguez.

Fue además el ADN el que jugó un papel muy importante en el esclarecimiento de un crimen ocurrido en Virginia Occidental (Estados Unidos) en 2012. Dos adolescentes, Shelia Eddy y Rachel Shoaf, mataron a su amiga Skylar Neese de 50 puñaladas. La policía halló en casa de Sheila los cuchillos con que se perpetró el crimen con una enorme cantidad de carga genética de la víctima. La mataron para que no contara que una confusión de borrachera, las dos asesinas habían mantenido relaciones sexuales con la fallecida de informante. 

Helena Jubany

Helena Jubany

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Prospección y contraanálisis. A pesar de acaecer ocurrido en 2001, uno de los casos que ha traído a la genética de nuevo al primer plano de la ahora es el del crimen de la tierno catalana Helena Jubany. Tras primaveras y primaveras de persecución de posibles culpables, el sentenciador del caso ha pedido que unas prendas de ropa de la víctima sean de nuevo analizadas por si ha producido una mezcla de varios ADN.

Exculpaciones. La paulatina mejoría en los trabajos con ADN ha permitido la revisión de muchos casos antiguos que parecían irresolubles. En muchos casos, se ha descubierto a un culpable décadas posteriormente de los hechos. Sin secuestro, además se ha poliedro el trágico caso contrario: un condenado durante primaveras en la prisión resulta inocente al final al concluir demostrado por el método verificado que no fue él el autor.

Colecciones de ADN. En todos los países, proliferan los bancos de perfiles genéticos. Aunque el tratamiento de esta información es muy delicado y requiere de legislaciones modernas acerca de la protección de datos, se considera una utensilio de mayor interés interiormente de la lucha contra el crimen.

Historia con intriga. El descubrimiento del ácido desoxidoribonucleico (ADN) cambió para siempre la comprensión que se tenía de la genética. El descifrado del código hereditario fue el venidero gran brinco. Su completo descubrimiento estuvo rodeado de envidias y de posibles casos de espionaje verificado durante la plazo de los primaveras 50 del siglo pasado, tal y como se explica en este inforeportaje de torrevieja news today.

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