El consumo de lorazepam se triplica entre los jóvenes en las últimas tres décadas



Los hipnosedantes son un colección perteneciente a los psicofármacos depresores del sistema nervioso central. El lorazepam (orfidial) o el bromazepam (lexatin) tienen existencias ansiolíticos. Otros, tienen existencias hipnóticos, como es el caso del lormetazepam, y otros, son sedantes, relajantes musculares o anticonvulsivantes, como el diazepam (valium).Actualmente, el consumo de todos estos tipos de fármacos se ha disparado entre los más jóvenes.

Así se ha recogido en ESTUDES, la investigación elaborada por el Tarea de Sanidad dos veces al año para valorar las tendencias y la situación del consumo de drogas y otro tipo de adicciones entre los jóvenes de entre 14 y 18 abriles. Tras comprobar los resultados, se conoce que el 2023 fue un buen año para sustancias como el vino, el tabaco y varios tipos de droga, con un consumo más bajo; pero sin requisa, el uso de hipnosedantes ha aumentado presentando su documento más suspensión: 19,6% de los jóvenes los han usado alguna vez. Esto, equivaldría a más de medio millón de jóvenes.

La causa del uso de este tipo de fármacos entre los jóvenes podría ser su daño de la vigor mental. Según un referencia presentado por Unicef, el Covid-19 ha sido el anciano responsable del desgaste de la vigor metal en jóvenes y niños. Uno de cada siete presenta algún problema de vigor mental. En España, uno de cada cinco. Pero la trayectoria del ESTUDES pone de manifiesto que el aumento de consumo de hipnosedantes no sería nada más a causa del Covid-19. En el año 1994, un 6,9% de los jóvenes ya lo había usado alguna vez en su vida. En 2008, el 17,3%. Y aunque la mayoría de menores que lo han consumido lo han hecho con prescripción, hay un 9,7% que admite haberlo conseguido por otros medios.

Posibles existencias secundarios

Luz de Myotanh Vázquez, médica de comunidad y coordinadora del Congregación de trabajo de Vitalidad Mental de Semfyc, explica en un comunicado que “muchos psicofármacos tienen existencias secundarios y posiblemente sean peor llevados por los adolescentes que por una persona adulta“. Encima, añade que “el aumento de la prescripción va coligada al incremento de la patología mental, pero igualmente a la prescripción de problemas mundanos que antaño se resolvían en la comunidad y en el ámbito sencillo”. Por eso, recalca la menester de “enseñar y educar” a los adolescentes para que “el manejo del estrés y las emociones no les sea complicado”.

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