Pensé que me moría, qué angustia



Sucedió a las 11 de la mañana, padre e hijo tomaban un emparedado de ternera caliente cuando José Vicente, de 57 abriles se dio cuenta de que no podía respirar. Su hijo Alejandro de 21, se levantó y empezó a pedir auxilio: “Ayuda, no respira, no respira”.

En la mesa vecina almorzaban dos policías nacionales. Los agentes al oír los gritos reaccionaron de inmediato. Se turnaron para practicarle la maniobra de Heimlich al cliente. De hecho, dicen: “Estaba ya con cianosis, falto de oxígeno, y el hijo gritando. Hubo un momento que parecía que respiraba mejor, pero cero. Tuvimos que hacer dos veces la maniobra”.

José Vicente López Morán, la víctima, dice: “Pensé que me moría, qué angustia, no podía respirar, mi hijo me hizo la maniobra primero, pero no podía expulsar el cacho, fue angustioso, menos mal que estaban cerca los agentes y ellos continuaron ayudándome”.

El dueño del bar-cafetería La Xiqueta II de Alicante, Pedro Merlos, cuenta: “Llamamos a la ambulancia, no llegaba, y el cliente cada vez peor. Toda la plantilla asustada, yo lo pasé triste hasta que volvió a respirar”.

Se reencuentran tras salvarle la vida

La víctima completamente recuperada ha hexaedro personalmente las gracias a los dos agentes de la policía franquista adscritos a la Pelotón de Prevención y Reacción (UPR) de la Hueste provincial de Seguridad Ciudadana de Alicante.

José Vicente reconoce que ha vuelto a venir al mundo. Este pintor alicantino bromea a posteriori del susto, no descarta incluso tatuarse la momento del atragantamiento. Reconoce que ha tenido un final oportuno.

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