Los grandes palos llegaron en su etapa en la NBA. En la primera temporada en la venda (2011-2012) rompió los ligamentos de su rodilla izquierda. Se perdió el resto de la campaña y los Juegos de Londres. Un calvario del que no todos los deportistas se recuperan.
Muestra de su fortaleza -al contrario de lo que algunos piensan- Rubio superó esta trascendental torcedura y otras dos más. Un tobillo le fastidió la 2013-14 y le apartó del Eurobasket. Otra vez la rodilla le truncó la 2021-22 y otro europeo.
El trastazo más duro de su vida fue la homicidio, a los 56 primaveras, de su religiosa Toni, tras cuatro de lucha contra un cáncer de pulmón. Un proceso que afectó mucho su rendimiento. Los Rubio Vives eran una comunidad muy unida, con dos hijos más: Laia y Marc -el gran olvidado- quien igualmente jugó en ACB. Ricky añorará la distancia y los momentos con sus seres queridos en su etapa saco. El salida de Liam -fruto de su relación con Sara Colomé- incrementó esa sensación de soledad.
En rememoración a su religiosa, en gran medida como terapia, Ricky creó una Fundación y mostró su mejor traducción en el Mundial de 2019, siendo Oro y afamado mejor componente. Pocos ejemplos más se nos ocurren como muestra de superación personal.
Ricky Rubio confiesa sus demonios. Analizada su carrera, lo cierto es que superó enormes obstáculos. Es más resistente de lo que él mismo cree. Volverá a recuperarse y a deleitarnos con su enorme talento.