En este Ourense de pueblos y aldeas despobladas y solares abandonados todavía hay producciones importantes que nos hacen pensar que no todo está perdido. La tierra es generosa, muy productiva y la humanidad siempre necesitará alimentos.
en Orense sus capacidades de desarrollo han sido teorizadas en innumerables ocasiones y casi nunca la tierra que pisamos ha sido mirada hacia adentro o hacia abajo, ni siquiera vilipendiada. Sin embargo, como casi siempre en Ourense, los peligros están en las personas, no en los recursos, que los hay.
Salvo importantes excepciones, las nuevas generaciones dan la espalda al campo y pocos lo consideran como una apuesta de futuro. O porque no tienen ganas de dedicarse a algo tan sacrificado o porque no tienen ganas de dedicarse a nada. Pero la tierra no tiene la culpa de eso, insistimos.