Lo acompañamos adentro de la vivienda, nos asegura que a penas la reconoce, “se ha convertido en una auténtica pocilga”. En la cocina hay restos de comida por todas partes, la encimera está llena de basura y en la congelador todavía quedan algunos restos. Lo mismo con las habitaciones, “toda la ropa esparcida por el suelo”. Montones de basura inundan la casa.
La peor parte llega cuando se asoma al salón. Han tirado debajo las paredes, han tapado las ventanas y han convertido toda la sala en una plantación de mariguana. “Aquí, según me cuentan los vecinos, hubo una redada, pero no se si ha habido detenidos, no se nulo”, nos explica Paco. Asegura que se siente desprotegido, que nadie le avisó de nulo de lo que estaba pasando y que se entera una vez recupera la vivienda.
“Mucha furia, mucha impotencia. No me podía imaginar que podía advenir esto en una casa que alquilas. Desde que he franco la puerta y he recuperado mi casa no me he sentido ayudado, nadie te sabe reponer. Estoy enfadado, triste y desamparado. Parece que destrozarte tu casa es injusto”. Un precio que si que tendrá que satisfacer él para recuperar del todo su hogar.