El porqué de esta situación tiene que ver con los “precios ruina” que les pagan por sus cosechas. Un kilo de limones lo venden por 15 céntimos, pero es que producirlo cuesta 35 céntimos. Pero, por otra parte, siguiendo el represión del campo a la ciudad, el kilo de limones tiene un precio origen de 15 céntimos; y, en el supermercado, se vende a los consumidores por 2 euros el kilo.
Una situación que ha llevado a los agricultores malagueños a tocar fondo. Son producciones que les salen a perder y es insostenible seguir con ello. Los limoneros no se desvisten, nadie recoge la fruta porque no compensa hacerlo. Los ya recolectados, se dan de gorra.
Igualmente en Murcia y Valencia
No acuden a las recogidas, pero sí a las calles. Y no lo hacen solo en Málaga. Esta “no destreza” de vendimia se extiende a más ciudades, como Murcia y Valencia. ¿Los motivos? Los mismos. Cientos de profesionales afectados por el desfase del precio en origen al de las grandes superficies, que ha desembocado en la peor crisis de los últimos diez abriles.
A este trance que atraviesa el sector, se suma la indignación por la importación de limones procedentes de países extracomunitarios a precios más bajos y la posibilidad de incumplimiento de la Ley de la Condena Alimentaria. Esta norma entró en vigor el 1 de enero y establece la negativa de sufragar a los agricultores por debajo de su precio de producción. Por eso, piden precios justos que les permitan sobrevivir y continuar con su actividad.