Los abrazos son medicina y su clave es la oxitocina



Los hay que acompañan, que despiden. Asimismo los hay de refriega y alegría. Pueden tener muchos significados, pero los abrazos siempre son muestras de cariño. Y sobre todo, son sanadores. En todos los sentidos.

“Está demostrado que el estrujón alivia el dolor físico”, explica la psiquiatra y escritora Marian Rojas Estapé. Y la explicación está en todas las sustancias que el organismo libera cuando se produce un estrujón. Dopamina, serotonina, endorfinas… son neurotransmisores que producen un impresión calmante, analgésico, ocasionando una sensación de bienestar.

“La oxitocina es la secreto de los abrazos. Reduce el estrés y la ansiedad”

Pero lo que se produce sobre todo cuando hacemos ese cara es oxitocina, una sustancia que actúa como hormona y neurotransmisor y que es “la secreto de los abrazos”. “Cuando uno libera oxitocina puede apearse los niveles de estrés , de tensión, de ansiedad. Esa persona puede tenderse mejor, y apreciar que su sistema inmune se regula”, explica la doctora Rojas. “Quienes reciben abrazos se sienten mejor tanto psicológica como físicamente”.

Ocho abrazos al día, durante ocho segundos

¿Cuánto tiene que durar un estrujón para producir ese alivio? Según estableció el investigador estadounidense Paul J. Zak, a partir de ocho segundos los niveles de estrés empiezan a disminuir. Y a partir de vigésimo, se produce un estado de laxitud y de calma. Otra medida son los abrazos diarios. Según la psicoterapeuta Virginia Satir, necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho para mantenernos y doce para crecer.

“Investigamos la oxitocina para descubrir posibles alteraciones sociales”

En el Instituto de Neurociencias del CSIC se investiga la oxitocina. “Trabajamos con técnicas 3D en circuitos cerebrales, para ver cómo se forman durante el crecimiento y poder identificar posibles alteraciones y trastornos sociales“, relata Sandra Cuerpo, directora del área de Neurobiología Celular del CSIC.

Pero en el estrujón no solo influyen los circuitos neurales. Asimismo lo hacen los estilos de crianza, los vínculos de apego y las experiencias infantiles. “A nivel bioquímico todos somos iguales, pero no todos abrazamos con la misma intensidad ni la misma cantidad de veces”, explica la psicoanalista Susana Ruiz.

“Los abrazos que nos han cubo de pequeños influyen en los que damos de mayores”

“¿Eso quiere asegurar que todos los bebés que reciben cariño van a ser cariñosos? No. Pero ayuda congruo cómo nos han cuidado cuando somos pequeños a la hora de relacionarnos cuando somos mayores”.

Los abrazos: más oxitocina, menos cortisol

Durante la pandemia echamos mucho de menos los abrazos, y esta desaparición todavía repercutió en nuestra vigor mental. “En ese tiempo nos intoxicamos de cortisol, que es la hormona del miedo, el estrés, la incertidumbre… y nos prohibieron la oxitocina: no te abraces, no te toques”, razona Rojas Estapé.

Pero ahora, ¿nos abrazamos lo suficiente? Quizás menos de lo que se recomienda. No se olviden, y no abracen solo hoy por ser este día. Un estrujón, o unos cuantos, siempre son medicina.

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