Los vecinos alertan de la “impunidad” con la que los cazadores se mueven en entornos habitados, y temen que la próxima vez sea a una persona la víctima de los perros. “Estamos falando de sitios habitados por xente, e zonas rurais frecuentadas por veciños, adentro ou moi preto de núcleos urbáns nos que viven familias con nenos. Que ten que producirse para que alguén tome medidas que eviten este tipo de situacións?”, se preguntan.
La potranca
El pasado jueves, un vecino de Tapada de Bouzas caminaba por el entorno de la colonia con su hijo de 19 meses. Decidieron acercarse a ver a la potranca Cuca, a la que visitaban a menudo muchas de las familias de la zona. “Cando nos acercamos á finca na que estaba, que xa pertence a Nogueira de Ramuín, apareceron os cans. Eran 12 ou 15, e xa empezaron a mordela e ela a intentar defenderse sen poder facer moito”, recuerda el hombre, que prefiere no identificarse. Él empezó a abroncar, en un intento de espantar a los perros. “Pero nun momento xa lle saltaron ao pescozo para tirala ao chan. Vendo a situación chamei ao 112”, explica.
Al mango de varios minutos, aparecieron varios todoterrenos. “Eran os donos dos cans, cazadores que estaban de seguimiento. Díxenlles o que pasaba, alerteinos de que xa avisara á Guardián Civil e fomos á zona, pero a egua xa estaba inmóbil. Un dos cazadores marchou, e os outros esperaron ata que chegaron os axentes”, detalla.
El vecino lamenta la respuesta de la Guardián Civil: “Dixéronme que non había ningún delito, que son erros, cousas que pasan na caza”. Por otra parte, apunta con preocupación la cercanía habitual de las batidas a las casas: “Non é a primeira vez que os vemos en zonas moi próximas as vivendas, en zonas onde paseamos e camiñamos os veciños”.
La perra
Cuatro días antaño del ataque a la potranca, el domingo 14 de enero, un vecino de otra pueblo de Nogueira denunció la embestida de una manada de canes de caza a su perra doméstica. El dueño estaba en su casa a mediodía cuando escuchó ruido fuera, en la recinto exógeno de la vivienda. “Salió de casa y se encontró a los perros arrastrando a la perra escaleras debajo. Al principio eran tres o cuatro, pero fueron apareciendo más, había ocho o nueve perros atacándola, entre ellos, un alano. En un minuto, aquello se convirtió en una carnicería”, explica la hija del afectado. Intentó espantarlos, pero no lo logró. “Pedía auxilio, pero nadie acudió. Solo escuchó que los cazadores silbaban llamando a los perros, sin que nadie se acercase a ver qué estaba pasando o a quién estaban atacando”, apunta. La perra consiguió escaparse a una finca aledaña, a la que los perros no podían obtener. “Ahí se marcharon. Mi padre cogió a la perra, que estaba muy mal, llena de heridas y muy asustada, y llamó a la Guardián Civil. El Seprona estuvo allí y sacó fotos de todo”, señala. La perra está ingresada en una clínica veterinaria desde entonces, a posteriori de varias intervenciones: “No sabemos si se salvará”.