El broche (casi) final de la nueva Puerta del Sol: estrellas a los pies de Carlos III y una ‘ballena’ todava varada


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El Ayuntamiento ha retirado las vallas publicitarias tras finalizar las obras y ahora sólo queda que Adif autorice la retirada del techo acristalado de las Cercanas

El Oso y el Madro
El Oso y el Madroo, con la ‘ballena’ al fondo.SERGIO GONZÁLEZ VALEROMUNDO
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Un puñado de turistas hacen cola para hacerse la foto de moda en la nueva Puerta del Sol. Desde ayer no hay señales de vallas publicitarias ni señales de obra, después de un verano ultimando los detalles de uno de los proyectos más atractivos de la pasada legislatura de José Luis Martínez-Almeida. Ahora, los visitantes hacen cola para ser fotografiados frente a quien parece ser la nueva estrella del escenario: Carlos III. El viejo rey y su caballo parecen caminar sobre el agua, con esta nueva fuente que cuenta con varios puntos de luz irregulares, simulando el cielo estrellado de la capital. Aunque el Oso y el Madroo, en el otro extremo del tablao de granito, todavía tiene fieles, el agua (quizás por el verano) es más popular.

Nadie parece prestar atención, sin embargo, a los pies marcados con tiza en una de las losas, a pocos metros de la Oficina Real de Correos. Los mismos donde el pintor Antonio López, a sus 87 años, se ha puesto en pie para continuar su trabajo, bajo el duro sol de agosto que ha ido marcando los últimos retoques del paisaje. Algunos han pedido que sus huellas permanezcan allí para recordárselo. Aunque esa es otra historia…

La fuente de Carlos III, iluminada durante las obras.
La fuente de Carlos III, iluminada durante las obras.EM

Durante los meses de julio y agosto, tras recibir el visto bueno de Metro de Madrid, se han finalizado las tareas que antes quedaban pendientes. Por ejemplo, la renovación del ascensor que estaba surgiendo junto a la famosa tienda La Mallorquina o unas rejillas de ventilación que no cumplían con las condiciones de accesibilidad. Durante las obras también se detectó una losa de hormigón en mal estado, ya en el emplazamiento definitivo de la estatua del mariblanca, que tuvo que ser sustituido. Ayer, antes del mediodía, se retiraron los últimos indicios de las obras. Sólo queda un cartel, sostenido por dos voluptuosos bloques de cemento, que recuerda las líneas maestras de una remodelación que, por un motivo u otro, no ha dejado indiferente a nadie.

Ese gran cartel está frente a una ballena que todavía está varada. La cubierta acristalada del Cercanas desaparecerá en breve, pero sigue en su ubicación habitual. Tras una inversión de 10,7 millones y 17 meses de obras, (casi) todo ha cambiado en Sol, salvo ese último detalle. Es el último que queda para que se pueda dar por finiquitada esta operación quirúrgica en pleno centro de la capital. El asunto, según el desliz del Ayuntamiento, ahora sólo depende de la autorización de Adif. Esas últimas puntadas consistirán en sustituir ese cerramiento de cristal que cubre las escaleras mecánicas de acceso a la estación de tren y su ascensor. La ballena de cristal vive su cuenta atrás.

250.000 personas al día

Quienes han vivido las obras desde su inicio subrayan varios aspectos determinantes para entender este rediseño del epicentro madrileño. Por un lado, estuvieron paralizadas durante casi un mes y medio por motivos de seguridad las pasadas Navidades. Por otro, aparecieron restos arqueológicos en cuatro puntos distintos que también ralentizaron el proceso. Y, además, aparte de la actual crisis de suministro, la complejidad de trabajar en un enclave por el que algunos 250.000 personas un día.

Puerta del Sol, tras la reforma.
Puerta del Sol, tras la reforma.SERGIO GONZÁLEZ VALEROMUNDO

Ayer, en su reapertura oficial, sin vallas que superar y sin ruidos incómodos, los turistas, en este epílogo primaveral de agosto, flotaban de flor en flor. Sin prestar atención a esas piezas de latón incrustadas en el pavimento del centro de la plaza, que simulan los rayos del sol. Por supuesto, la rosa de los vientos que indica la kilómetro cero de las carreteras nacionales, donde cada uno piensa en su lugar de origen.

Y sobre una losa de hormigón de 30 centímetros, apoyada sobre una cueva de 207 metros de largo, 20 de ancho y 15 de alto, que contiene los pasillos y laberintos del Metro y las Cercanas, pasean cientos de trotamundos. Entre esta nueva decoración de una Puerta del Sol en permanente metamorfosis, donde el verde, pese a las constantes exigencias, no tiene cabida. El patrimonio lo dice y lo recuerda esa gran caverna que se encuentra debajo. El único árbol es el Madroo de bronce que aún permanece allí, en la nueva Puerta del Sol, 56 años después. Ahora sé que podemos hablar de un cuadrado, repiten en el Palacio de Cibeles. Algo más tarde de lo previsto, José Luis Martínez-Almeida puede disfrutar ya de uno de los proyectos estrella de su anterior legislatura. Las críticas, eso sí, nunca faltarán. Para eso están.

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