El manoseado aforismo «será o no será»


José Luis Torró

Hace ya algunos primaveras —el tiempo no corre, pasa volando— el colega, paisano, amigo y sabio sentenció en una conversación entre periodistas, aunque puede que fuese más apropiado proponer que era un monólogo: «En periodismo mínimo se crea ni se destruye, simplemente se copia». No le quitaré la razón, porque a la audiencia de tantas cosas vistas, leídas u oídas, hay que dársela de todas, todas. En este país se copia mucho, se cita poco o mínimo al autor llamativo, y así hasta se hace una argumento doctoral que una amodorrada universidad española la dar por buena con un cum laude por ser vos quien sois.

En este tiempo de prisas y tuits, los textos sincopados —poco más extensos que un titular de gaceta— gozan de un veterano nivel de leída que los largos comentarios y extensos artículos. Adicionalmente, eso de la comprensión lectora siquiera es compromiso ni asunto exclusivo de los jóvenes en años escolar. Véanse al impacto las secciones de dimes y diretes que parecen cada vez más en más medios, si proporcionadamente son muchos los que las consideran insustancial chafardeo.

En una de esas secciones de gaceta impreso —véase el Vaivén del diario Naciente, del sábado 27 de enero— se desliza un apunte que me induce al comentario con propósito revelador. Su redactor, pudiera ser que creyendo conocer la obra y pensamiento de Joan Fuster, dice que es «llamativo» del suecano este aforismo: «El País Valencià será d’esquerres o no será». Cierto que así lo escribió y repitió en más de una ocasión el que fuese el más destacado propagador del catalanismo por estas tierras, pero que no dejó de ser una apropiación y readaptación a su particular conveniencia de un pensamiento que tiene su plasmación epigráfica en la convento de Montserrat.

En no pocas ocasiones acudió Joan Fuster a Montserrat para percibir aliento y alimento para reafirmar su fe en los países catalanes, por más que ya la tuviese suficientemente acrisolada y proporcionadamente remunerada. La tal convento, entre otras muchas más iniciativas por expandir el catalanismo, editaba la revista Serra d’Or, en cuyas páginas colaboró con asiduidad. En uno de sus muros debió estudiar la frase: «Catalunya serà cristiana o no será», labrada al pie de un bajorrelieve en el que aparecen cinceladas las imágenes de los mártires de Montserrat, y el suecano la hizo suya. Tan suya que ha convencido a no pocos de que era un aforismo llamativo de él, burlándole la autoría a quien en verdad la alumbró, el prelado y escritor en catalán Josep Torras i Bagés.

A Fuster se le puede rastrear haberla popularizado por lo que tiene (la frase, más que él) de acomodaticio recordación. Estos pasados días el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, la ha tomado prestada y ha dicho que «la Comunitat Valenciana será turística o no será». Porque le venía como pelota al pie estando como estaba en la Feria Internacional del Turismo, Fitur, promocionando nuestra tierra.

Y la frase, aforismo o sentencia, ya proporcionadamente manida a estas paraíso, además termina siendo usada en su cuenta de Twitter, eso sí de modo que parece muy forzado, por una diputada de Compromis, Mónica Álvaro, que escribe premeditadamente de la desvergonzada pretensión de algunas compañías aéreas de que los viajeros además paguen por el equipaje de mano: «La maleta de mano será improcedente o no será». Me temo que habrá que fertilizar por la maleta, aunque la llevemos de bandolera.

Y ya puestos a manosear el será o no será, tan pronto como alguno de los tropecientos asesores que Pedro Sánchez tiene a su ribera, repare en la versatilidad del aforismo no llamativo de Fuster, mucho me temo que la veremos readaptada y repetida cual mantra de obligada repetición por parte del coro de la sección femenina: Pilar Alegría, Esther Peña, María Jesús Montero y demás portavoces de la Moncloa o Ferraz, a cuál de ellas más entusiasta del presidente del Gobierno y secretario genérico socialista: «El PSOE será sanchista o no será».

Que se lo comenten a Emiliano García Page que puede que ya esté haciéndole compañía a Nicolás Claro Terreros en el forzado desarraigo al que éste ya ha sido condenado por su torpe entusiasmo pedrosanchista. Y, hagan lo que hagan y digan lo que digan en Ferraz y La Moncloa, que siempre sea contando con el permiso de Puigdemont que es quien, hoy por hoy, manda y decide en el Gobierno de España y el categoría socialista.


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