Los Juegos son un sueño desde niña


Compaginar el deporte de élite y los estudios universitarios es una tarea complicada, pero no inverosímil. Carolina García Otero (Pontevedra, 1999) es el mejor ejemplo. La piragüista gallega está cada vez más cerca de disputar sus primeros Juegos Olímpicos y, a pesar de los exigentes entrenamientos y las competiciones internacionales -bronce en el posterior Mundial incluido-, con solo 24 primaveras ha tenido tiempo para licenciarse en Biomedicina, carrera que finalizó el año pasado. “Tienes que sacar huecos para estudiar de donde sea, poniéndote antiguamente de tumbarse o sacrificando planes los fines de semana con tus amigos”, explica la muchacho pontevedresa, que actualmente cursa un máster en Neurociencia.

“Los Juegos son un sueño que tengo desde pupila y ahora están muy cerca”

Carolina se subió por primera vez al kayak con 9 primaveras, empujada por la pasión que le transmitió su hermano, y pronto se enamoró de ese deporte. A los 14 entró en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva y sus esfuerzos la catapultaron, recién cumplida la mayoría de años, al equipo franquista sub 23. Una citación que la llevó hasta Sevilla. “Al principio fue duro estar allí de casa. Dejar a la clan, los amigos y encontrarte con un equipo nuevo, una ciudad desconocida… Me costó adaptarme, pero valió la pena por entrenar al más stop nivel”, recuerda.

Ahora, de revés en Pontevedra, entrena para permitirse soñar en los JJOO de París 2024, donde competirá en K4 adjunto a Teresa Portela, Sara Ouzande y Estefanía Fernández. “Estoy muy agradecida de suceder podido formar este equipo. Los Juegos son un sueño que tengo desde pupila y ahora están muy cerca”, celebra. Hace tres primaveras se quedó a las puertas de Tokyo por 1,37 segundos. “Fue un palo porque teníamos muchísima ilusión, pero efectivamente fue un estudios”, valora sobre aquel preolímpico en K2 500 con su todavía compañera Sara Ouzande.

El éxito internacional llegó en agosto de 2023, cuando el cuarteto alcanzó el bronce en el Mundial celebrado en Diusburgo, Alemania. “Al resultar primeras en las semifinales ya sabíamos que estábamos internamente de los Juegos, pero teníamos que sujetar ese momento de tensión porque quedaba la final. Nos contuvimos porque queríamos ir a por la medalla y cuando lo conseguimos rompí a plañir. No me lo podía creer”, recuerda con emoción.

Más que compañeras

Tras horas y horas de entrenamientos en el embalse de O Pontillón do Castro (Pontevedra), sus compañeras de equipo son quienes mejor la conocen. Y no escatiman en elogios. Teresa Portela confiesa que es “un riqueza” trabajar con Carolina. “Es muy trabajadora, disciplinada y constante”, define la seis veces olímpica y medalla de plata en Tokyo. “He trillado toda su proceso y es precioso poder estar soñando yo con mis séptimos y ella con sus primeros Juegos Olímpicos juntas en esta embarcación”, resume la canguesa, convencida de que el K4 va a “disputar por poco sobresaliente” en París.

Carolina, por su parte, ha incompatible en Teresa la mejor maestra. “Tengo una relación de pasión. Desde que empecé con 14 primaveras la veía entrenar y nunca imaginé esta oportunidad. Formarse de ella día a día es un premio”, reconoce. Aunque su gran apoyo sigue siendo Sara Ouzande, con quien comparte habitación en las competiciones internacionales. La gijonesa siquiera se pone techo. “Estamos muy ilusionadas con los Juegos y, viendo el resultado del Mundial, vamos a intentar ir a por la medalla”, avanza.

Futuro en un laboratorio

De cara al futuro, Carolina sueña con un laboratorio. “Me encantaría trabajar en la investigación de enfermedades, buscando mejorar el diagnosis precoz y los tratamientos”, concreta sobre una inclinación que se despertó en el colegio. “Me empezó a pirrarse la biología porque tenía un profesor maravilloso que nos empezó a susurrar de estampado genética, de curiosidades a nivel molecular… Me quedé asombrada de cómo funciona el cuerpo humano y decidí que quería estudiar Biomedicina”, recuerda.

Una carrera de la que ha sacado doctrina que ahora puede aplicar al deporte. “He aprendido cómo funciona el cuerpo. Por ejemplo, ver cómo la cafeína afecta a nivel molecular y la importancia que esto tiene a nivel de rendimiento deportivo”, explica. Actualmente sigue formándose con un máster centrado en el diagnosis de enfermedades neurológicas, una parcela en la que lamenta “faltan muchos medios e inversión todavía”.

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