Pasó lo que pasó | Avanzamos a velocidad geológica


La evolución

La tectónica de placas permitió la creación de las grandes cadenas montañosas, allá por el Paleozoico, hace más de 540 millones de años. Desde entonces hemos tenido que esperar para ver la configuración telúrica actual. Las grandes transformaciones requieren su tiempo, su sedimento. Que agosto transcurriera sin grandes cambios en Ourense era de esperar porque nuestra evolución es más geológica que social, incluso más lenta que la creación de montañas y océanos. Dos o tres días con más de 40 grados nos han recordado que esto es Ourense, pero ahora con estadísticas que permiten a los periodistas realizar tablas en Excel para establecer registros y colocar alertas de calor por color. Tampoco nos han faltado los 10.000 árboles que prometió el alcalde hace un año, cuando llegó el calor anterior. Hay que darle tiempo, al menos no los ha talado, que podría. Le gusta más la geología que la política. Las obras del centro han recuperado en semanas el denostado alquitrán que recoce las calles. Este hombre debía estar comiendo alegremente palomitas cuando el Prestige tiñó la costa gallega. Este Apostolos Mangouras continúa al mando de la ciudad hasta que el casco se parte en dos y la carga de combustible se extiende hasta sepultar a la propia Burgas. Él es Poco tiempo aún para analizar la evolución de esta especie, revalidada desde el 28 de mayo de este año.Ni siquiera hace cuatro meses. Pasaron millones de años desde el Australopithecus hasta el Homo Sapiens. Un poco de prisa entonces.

una condena

Todo era previsible y la mala suerte se ha hecho realidad. Las decisiones en el Concejo de Ourense nunca se toman por el razonamiento, sino por el voluble impulso de su primer líder. Impulsado por una especie de venganza contra don Mendo, quiso que los orenses que pasaron agosto en la ciudad expiaran sus pecados, tanto los que le votaron como los que no. Jácome castiga sin postre y sin televisión a sus 105.000 súbditos, que como tales se inclinan y guardan silencio. Cualquier pueblo, por pequeño e insignificante que sea su presupuesto, ha organizado actividades culturales, recreativas y festivas para entretener a locales y visitantes. Por no hablar de ciudades de tamaño similar a Ourense. Aqui no. La ciudad se concibe como un campo de concentración en verano, del que todos quieren escapar. Quienes se quedan por necesidad o por elección ya saben que cada verano es para estoicos, anacoretas o budistas tibetanos. Dalai Lama ya lo tenemos.

Cerrado

Llevamos años esperando que el AVE se tire un pedo desde la misma estación al poco de llegar. Al igual que el barco de La Habana, llegaría cargado de turistas, prosperidad y riqueza. Colocaría la ciudad y la provincia un paso más cerca del ático con vistas pero va camino del ático, con los trastos viejos. En la estación ya te reciben con la aridez de la explanada, huérfana de sombra. Ni un solo recurso de información que los oriente, los contingentes de personas deambulan por la ciudad termal completamente cerrada, se suben al tren de aguas termales cuando funciona, disfrutan del programa de verano que no existe y entran a la ruta hotelera con una parte de negocios cerrados. Es la contradicción de Ourense, la que pide mucha velocidad para llegar y luego cierra por falta de clientes. Muchos hoteleros se tomaron vacaciones porque dicen que aquí ya no queda nadie. En lugar de exigir al Consejo y a su gente perezosa que se pongan manos a la obra y organicen actividades atractivas, se dan por vencidos. El comercio y sus representantes, exhaustos, ya ni siquiera alzan la voz ante quienes gobiernan y sostienen con sus impuestos. La omertá de Ourense siempre ha sido así. Cualquier reclamación podrá ser silenciada con una fianza de cien euros.

No llega

Mientras tanto, instituciones como el Ayuntamiento de Ourense siguen en la misma etapa evolutiva, repitiendo nepotismo y dando dinero público a amigos, incluso para la madre de un concejal. A los trabajadores se les señala y se les muestra el camino a la horca si no obedecen. Tuvieron que esperar millones de años para que se formaran montañas y océanos. Para que pase algo en Ourense no llega el mes de agosto.

el marco de la foto

manuel cabezas
manuel cabezas

Manuel Jaime Cabezas Enríquez dejó esta semana su escaño como concejal en el Concejo de Ourense, institución que dirigió con las únicas tres mayorías absolutas consecutivas en la capital desde que hubo elecciones democráticas en España. Pero eso es historia y su juicio no toca ahora. Por razones bien explicadas quiso recuperar honores pasados ​​y por razones ya analizadas, la fuerza de los votos no sopló suficiente viento a sus velas y el barco quedó a la deriva, con él al timón.

Un grupo municipal se queda sin garra para hacer oposición y con el deseo indescriptible de que quizás no estaría mal volver a arrojarse en brazos de Jácome para que en las elecciones municipales de 2027 el PP pueda bajar más concejales, incluso desaparecer. Son los tumbos que sigue dando este partido, sin liderazgo, sin mensaje y perdiendo dignidad a cada momento, caricaturizados por ellos mismos. Quizás Manuel Cabezas no fue capaz de dar ese impulso desde la oposición, como ha quedado demostrado y como él mismo confesó.

AhoraLos populares se enfrentan a múltiples retos y su construcción en la ciudad amenaza con la ruina. No les queda casi nada, empezando por el clásico qué somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Poniendo la lupa

Manos
Manos

Manos sin cabeza, cabeza sin manos

La añada recupera la afirmación bíblica: “Con el sudor de tu frente ganarás el pan hasta que vuelvas a la misma tierra de donde fuiste tomado”, por lo que no es de extrañar que haya quienes huyan de esta suerte. Un año más, las bodegas no encuentran trabajadores temporeros. Ni siquiera se reclutan cuñados y hay que buscar mano de obra extranjera, que parece que tampoco abunda. Se contratan empresas de servicios e incluso acuden a ONG para ver si hay alguien disponible. Gran error. Hay que pedirlos por Amazon, todo está ahí y lo que no existe, lo crean y lo ponen en puerta. Manos callosas, como las de la imagen, duras como piel de sapo por las peleas con la tierra, no brillan en Instagram. La foto es de un asistente a la feria Alimagro de Xinzo, una especie de convención de mohicanos del sacho. Por suerte las cosas han cambiado mucho en el trabajo de campo, pero la etiqueta de dureza le persigue. Pronto pasarán las manos por Amazon, ya veréis.

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