Se encuentra en un paréntesis en Ourense antes de regresar a la Patagonia. Y después de estar en Finlandia, Islandia y Suecia. Todo un aventurero que tengo entendido que de alguna manera ya soñaba con hacerlo cuando era niña.
Siempre me han gustado los animales. Crecí rodeada de ellos y quizás por eso también quise ser veterinaria. Esa es la profesión que primero te viene a la mente cuando piensas en trabajar cuidándolos, pero quería algo más que cuidarlos de manera médica. Quería conocer toda la naturaleza en su conjunto y fue entonces cuando me decanté por la Biología, que es una carrera más completa en el sentido de que va más allá de los animales. Entonces cuando tuve que elegir carrera, siguiendo el consejo de mi madre, vi que en Girona había una doble titulación de Biología y Ciencias Ambientales. Y yo, que nunca había estado en Cataluña ni sabía nada de catalán, fui allí.
Y tras muchas horas de estudio y una doble titulación bajo el brazo, ¿cuál fue su primer paso?
Decidí hacer un Erasmus. Me gustaba viajar y conocer gente, además de ser una oportunidad para descubrir otras culturas mientras continuaba mi educación. Entonces me fui a Finlandia. Una experiencia que me encantó.
¿Qué te hizo elegir Finlandia?
Su naturaleza. Es un espacio muy grande, con mucha naturaleza, sus lagos, parques naturales, islas… y con pocos lugares habitados. Me invitaron a hacer una investigación de campo en Laponia sobre “La degradación de los ecosistemas árticos” y me gustó mucho.
Allí no terminó sus estudios en los países del norte.
No. Me sentí atrapada por todo lo relacionado con el ártico, así que pedí otro Erasmus en Islandia donde estuve otros seis meses.
A punto de terminar la carrera, hizo las maletas rumbo a la Patagonia chilena.
Fue un poco por casualidad. A raíz de unas fotografías vi de unos pumas en una revista de National Geographic en la Patagonia. Me impresionó el paisaje, el lugar, el animal en sí y que pudiera vivir en una zona tan austral. Entonces comencé a descubrir cómo podría llegar allí. Contacté con científicos, profesores… hasta que pude hacer un Trabajo Fin de Carrera allí, donde estuve seis meses.
Y todavía se detuvo en Suecia.
Allí estaba haciendo una maestría de dos años en “Conservación y Gestión de la Vida Silvestre” en Umeå para aprender cómo mediar en los conflictos entre las actividades humanas y la vida silvestre, para que ambas puedan coexistir.
Con escala en Galicia antes de regresar a la Patagonia.
Es una opción que me ha surgido. Pudiendo realizar allí un trabajo de campo de un año de duración.
¿Qué fue lo que más te llamó la atención cuando llegaste a la Patagonia?
Qué remoto es el lugar. Puedes pasar horas conduciendo y no ver a nadie durante horas. El paisaje es muy accidentado, incluso duro. Podrás salir a caminar y ver la naturaleza en estado puro. Aparecen animales, y también restos de huesos de animales cazados por otros. Es un paisaje totalmente dominado por la naturaleza con climas de lo más extremos.
Culturalmente, la figura de los gauchos, que son como los “vaqueros” de la Patagonia. Trabajan a caballo casi todo el día desplazándose, con su vestimenta típica, para trasladar las vacas en busca de pasto.
¿Qué fue lo que más te costó adaptarte?
Comidas. Allí la gente come mucho cordero. Es parte de su dieta habitual… y yo soy vegetariana. Y toman mucho mate, como en Argentina. Con mucha calma. Como si fuera un ritual.
De todos estos viajes, ¿qué es lo que más echas de menos cuando estás fuera de casa?
Además de familiares y amigos, extraño la naturaleza accesible de Galicia. Puedes coger un coche y en una hora podrás pasar de la montaña a la playa, de espesos bosques a preciosas calas. También me gusta la vida en la calle. En ninguno de los lugares que he estado tienen la cultura de salir del trabajo y salir a caminar, tomar algo, quedar… Además, todo es muy seguro.
Pero viajar tanto tiene muchas cosas buenas.
Lo mejor de descubrir tantos lugares, además de conocer cada espacio, son las relaciones que estableces, las personas que conoces. Aunque luego con cada despedida te dejas, de algún modo, una vida.
Pero hoy es mucho más fácil con Internet.
¡Eso es cierto! Con mis amigos siempre el contacto es continuo. Entre llamadas, videollamadas, chat… todos estamos muy presentes en la vida de los demás. Tanto es así que cuando nos vemos físicamente es como si no hubiera pasado el tiempo.
¿Qué consejo le darías a alguien que tiene tantas ganas de viajar para adaptarse a cada lugar con la facilidad que tú lo haces?
Admito que por mi carácter no me resulta difícil y me gusta. Soy una persona muy flexible y tienes que darte cuenta de que allá donde vayas no es tu casa ni tu país, hay que saber adaptarse y respetar sus costumbres. Las personas también son diferentes y es fundamental ser comprensivo y empático. Un buen ambiente de tu parte genera un aura positiva hacia ti.
Personalmente, ¿qué te aporta?
Es un reto que me ayuda a desarrollarme como persona. Recibes pinceladas de muchos lugares y de cada cosa aprendes, y además a no repetir errores. Descubres personas, lugares y costumbres que te ayudan a tener una mente más abierta y perder prejuicios.
¿Qué te dice tu familia?
Siempre me animan mucho a viajar. Cuando fui a Girona pensaron que estaba demasiado lejos… pero luego saliendo a Suecia, Islandia, Finlandia y la Patagonia… qué van a decir.
Por último, cuéntanos qué vas a pasar los próximos meses en la Patagonia.
Estudiaré en qué consiste la dieta del puma en estado salvaje y sus presas, y también los carroñeros que se relacionan con estos eventos de depredación. Estos animales, como aves, mamíferos o incluso insectos, dependen estrechamente del puma. De esta manera podré tener una visión completa de lo que supone el puma a nivel ecológico para el ecosistema. El puma es un modelador del ecosistema, su alimento es, a su vez, alimento de otros animales.