Wang es empresaria china y se dedica a las pestañas. Para ella la calidad de los productos norcoreanos es mucho mejor que la de China, pero la entrega, dice, es “demasiado lenta”.
La calidad es decano y los salarios 10 veces más bajos que en China. Es precisamente en coloso oriental donde se hace el procesamiento y su embalaje, es sostener: las pestañas entran en el país como norcoreanas y salen como chinas, una modo de eludir las sanciones internacionales y dar espacio al régimen.
El abogado surcoreano Shin, Tong-Chan explica que “si se ignora y se importa como hecho en China, puede ser arriesgado porque puede violar las sanciones de Estados Unidos”.
Una vez empaquetadas, las pestañas se exportan desde China, a mercados como el occidental, pero además a países líderes de la cosmética como Japón y Corea del Sur. Cientos de millones que podrían financiar la maltrecha bienes del país, pero además los planes nucleares del Kim Jon Un.