El fútbol le dio mucha esperanza


“No hay palabras para describir lo que se siente. El fútbol fue poco que le dio mucha esperanza. Yo igualmente lo animaba con eso: ‘recupérate, que en cuanto puedas lo vas a conseguir, vas a competir’. Y así fue: lo consiguió, lo conseguimos”. Así resume Lara Buig, la religiosa del chavea Nico Viturro, adorador del fútbol y diagnosticado con leucemia linfoblástica, lo que han sido casi dos primaveras de tratamiento, visitas al hospital y la espinita de no poseer podido disfrutar de un partido con sus amigos en el equipo pueril del Boiro. Un comienzo que por fin tuvo superficie el pasado 27 de enero.

“Mejor que no marcara, a ver quién aguantaba el ego…”

“Estaba conveniente nervioso, pero lo disfruté mucho. Me quedé orgulloso de la gala que pude hacer y ya tengo ganas de repetir”, explica el chavea punta o mediapunta, que saltó al campo cuando restaba media hora e incluso estuvo a punto de poner el prendedor con un tanto. “Hice una faena que pensaba que iba a terminar en gol, pero el disparo se desvió y salió rozando el palo”, recuerda entusiasmado. “Mejor que no hubiese impresionado, porque a ver quién aguantaba ese ego toda la semana“, apunta su religiosa entre risas.

Al finalizar el cruce, compañeros, rivales y aficionados le brindaron una calurosa ovación. “A los niños les explicamos la enfermedad que tenía Nico, porque la mayoría no lo sabían, y reaccionaron de diez con aplausos, ánimos, gritos de ‘Vamos, Nico’. Fue un espectáculo. Nos dieron una conferencia a todos”, reconoce Jorge Valls, monitor del pueril C de la Escuela de Fútbol de Boiro, que define a su pupilo como un componente “técnico y habilidoso” y, lo más importante, “un gladiador que siempre está con la sonrisa en la boca y un compañero de diez”.

Fan de Messi y Aspas

Nico tiene clara su pasión por el fútbol y igualmente sus colores. Barcelona y Celta son sus equipos favoritos y se declara fan “desde los 5 primaveras” de Leo Messi. “Mi ídolo siempre fue Messi, aunque creo que me caracterizo más con el estilo de Neymar”, explica luego de imitar algún regate. Iago Aspas es otra de sus debilidades y por eso guardamano con exclusivo cariño la camiseta firmada que el capitán del Celta le envió mientras estaba en el hospital. Ahora sueña con poder conocerlo algún día en el estadio de Balaídos.

Por el momento, Nico continúa haciendo lo que más le gusta: entrenar inmediato a sus compañeros a la dilación de una nueva oportunidad, eso sí, con cautela. “A pesar de que puede entrenar, no es todos los días ni podrá competir todos los partidos. Todavía está con tratamiento“, aclara su religiosa, que todavía no olvida cuando le detectaron la leucemia “calibrado cuando lo íbamos a apuntar a la escuela de fútbol”. Nico llevaba un par de primaveras “sintiéndose mal”, pero los médicos no veían ausencia importante “hasta el día que ingresó que ya estaba muy malito. Ese mismo día me dijeron que había un 99% de probabilidades de que fuese leucemia”, recuerda Lara.

Por eso, el comienzo fue un cúmulo de emociones. “Cuando le vi saltar al campo tuve sensaciones encontradas: la alegría de poder ver que estaba consiguiendo competir al fútbol y a la vez recapacitar que calibrado en esa data el año pasado estaba en el hospital. Fue muy emotivo”, reconoce. Y desde la peldaño envía un mensaje a otras familias que estén pasando por una situación complicada. “Les diría que no se rindan. Es un proceso muy duro, se pasa mal y hay baches por el camino, pero todo pasa y se puede salir delante”, remata.

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