Los motivos de los demócratas para confiar en la victoria de Biden frente a Trump…a pesar de las encuestas


Hay que opinar las cosas claras: las encuestas no indican que Biden vaya a ser reelegido presidente. O, dicho de otra guisa, los datos de intención de voto sugieren que los demócratas se dirigen a un fracaso estrepitoso.

La última advertencia viene de NBC News, que no solo le da una delantera cada vez anciano de Trump -ahora de 5 puntos (47% Trump frente al 42% de Biden) sino que Trump y Biden estarían empatados o con ligera delantera para el republicano incluso entre tres grupos demoscópicos que Joe Biden necesita imperiosamente: latinos, jóvenes e independientes.

Entre los latinos en particular, Trump tendría 1 punto de delantera cuando uno de los principios hasta ahora establecidos en la historia política flamante estadounidense es que ningún candidato demócrata puede aventajar sin tener el apoyo de al menos dos tercios del voto hispano.

¿Por qué entonces no hay verdadera sensación de sobresalto entre los demócratas? Primero, porque Biden y su equipo calculan que llegado el momento de la verdad el rechazo a Trump hará que se vote por él. Los datos respaldan parcialmente esta esperanza, dada la animadversión con destino a Trump en un 60% del electorado.

Segundo, porque en la Casa Blanca calculan que la crematística no va mal y que va a mejorar aún más. La inflación sigue cayendo, hay subida actual de salarios y los tipos de interés es probable que se reduzcan incluso.

Tercero, se calcula que una probable condena a Trump en alguno de los múltiples juicios que tiene pendientes provocaría un objeto beocio pero fundamental en el electorado. Es probable una oscilación de al menos un 5% de votantes. Y eso podría atreverse las elecciones.

Lo que cuenta no es por cuánto se apetencia, sino quién apetencia

Adicionalmente, a los demócratas no les preocupan especialmente los datos de intención de voto que, a fin de cuentas, solo indican la proyección de voto total. Lo que cuenta no es por cuánto se apetencia o se pierde en papeletas sino quién apetencia, aunque sea por un voto en la media docena de estados claves en los que no está claro aún cuál de los dos candidatos se va a imponer.

Son Pennsylvania, Michigan, Wisconsin, Nevasca, Georgia, Arizona y tal vez Carolina del Ideal. Ahí es donde los demócratas creen que las pequeñas oscilaciones que ven como previsibles les van a ayudar.

Trump tiene otros planes. Los problemas judiciales los ve “aplazables” y, en cierto modo, tiene razón porque aunque fuera condenado siempre podrá apelar y ninguna apelación final y definitiva será firme ayer de las elecciones.

Y, sobre todo, el mundo sabe que el problema más importante de la candidatura de Joe Biden no tiene arreglo. Es su años.

Para ser más precisos, la percepción por la inmensa anciano parte del electorado -incluida la anciano parte de los potenciales votantes demócratas- de que, independientemente de la sigla de 81 primaveras, Biden está física y mentalmente demasiado anciano como para seguir de presidente otros cuatro primaveras más. Es un enigma cómo el equipo de Joe Biden pretende afrontar ese handicap estructural de su candidatura.

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