Elecciones Galicia 2024: ¿Por qué Galicia es la única autonomía sin presencia de Vox?… Y el ‘milagro’ de Avión


En Avión llevan toda la vida rompiendo uno de los grandes clichés electorales: en un pueblo con más de la parte del censo en el extranjero y mezclado «al 99%» con la desplazamiento desde hace un siglo la derecha no sabe lo que es tener un mal día en las urnas. El Partido Popular arrasa con porcentajes aplastantes, sin parangón en España. Pero recuerden que en Avión no gustan los tópicos, y la pirueta de la excepción siempre se puede complicar un poco más: este rincón de viñedos entre las sierras orensanas de Faro y Suído, con el voto al PP y la tasa de emigrantes en cotas estratosféricas, es el espejo en el que Vox se mira de cara al 18-F posteriormente de activo antagónico aquí su rayito de esperanza y alcanzar, contra todo pronóstico, su único cargo divulgado en Galicia el pasado 28 de mayo.

Avión (Orense, 1.754 habitantes) acento con acento gallego cerrado. Pero igualmente mexicano, uruguayo y venezolano. Su bandera es la de toda una región obligada a traspasar las fronteras hace décadas contra el penuria, la pobreza y la desatiendo de medios, y su escudo está coronado por una golondrina, ave emblema de la migración y reina durante unos meses de los cielos gallegos. Pero en julio y agosto el picante y las flores revolucionan el concello: decenas de mexicanos vuelven a sus orígenes para veranear e inundan el oportunidad de color, cocina y música de ultramar. Entre ellos varias de las más importantes fortunas de México, como Olegario Vázquez Raña, que suele invitar a otros magnates como Carlos Slim o Amancio Ortega.

Sobre este paisaje, entre las mansiones con helipuerto y los hórreos del siglo XIV, Vox ha establecido su idilio particular con Galicia tras romper un maleficio que parecía no tener cura. Aquí, donde el PP logró en las autonómicas de 2020 el 85,84% de los votos -el techo de Alberto Núñez Feijóo aquel año-, los de Abascal consiguieron toda una gesta en esencia regional al entrar el 28-M en el Junta de Avión y registrar por vez primera un cargo divulgado en todo Galicia, la única región en la que el contador de Vox permanecía a cero. Un portento político en el oportunidad en el que la Inexplorado de Guadalupe protege tantas casas como los santos locales.

La concejal que rompió el hielo es Lilian Cerdeira, que declina atender a los medios de comunicación. Sí lo hace el corregidor del municipio, el popular Antonio Montero, que a pesar de la doble episodio para el PP y Vox en esta billete engloba a sus vecinos en la moderación. De ahí que espere que Avión vuelva a registrar un apoyo «mayoritario» a Alfonso Rueda, incluso entre aquellos que en mayo optaron por la papeleta verde de las tres cultura: «Por mucho que se sientan identificados con la letanía que representó a Vox en las municipales, seguirán teniendo unas ideas de centroderecha». Poco similar transmite José, vecino de 78 abriles: «Aquí son todos del PP. Y lo critican abiertamente, pero a la hora de elegir… Lo vuelven a apoyar». Todo pintado de garzo, como resume Quique en el bar.

Antonio Montero, del Partido Popular, alcalde de Avión (Orense).
Antonio Montero, del Partido Popular, corregidor de Avión (Orense).

Lo que puede parecer una consideración personal es un aberración que explica el poco zarandeo de Vox en Galicia, como antiguamente le ocurrió a Ciudadanos, en contraposición a un PP ufano que alpargata todos los matices de la derecha. «Vox no tiene espacio para crecer allí», considera Javier Martín Merchán, profesor del Unidad de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas, que pone el foco en el binomio que explica el escaso empuje de Vox en esta región: «Poca demanda» por la capitalización del voto de la derecha por parte del PP y «mala propuesta» en lo que respecta a Vox, que al punto que está enraizado en el comarca, no tiene prácticamente estructura orgánica en la región y encara la campaña con un discurso doméstico con poca concreción en lo referente a Galicia.

De la estructura de Vox en Galicia sabe mucho Ricardo Morado, que fue candidato en 2020 por La Coruña y abandonó dos abriles posteriormente el partido con importantes críticas a la dirección. En conversación con este diario acusa a la dirección doméstico de efectuar con «improvisación absoluta» y ascender tarde a la campaña en una región que durante el resto de la reunión al punto que forma parte de los planes de Santiago Abascal. La táctica, dice, le recuerda «a los malos estudiantes que se pasan el año yendo a los futbolines en vez de ir a clase. Luego llega el examen… Y no saben ni de qué va». De hecho, remarca que él instó al partido a «hacer autocrítica interna» tras los malos resultados de 2020, pero que no recibió respuesta ni colaboración alguna. «El BNG ha experimentado una sobresaliente mejoría porque hace lo que Vox no: campaña electoral desde el extremo paso por arca», expresa para contrastar el plan de los nacionalistas, disparados en las encuestas, con la «campaña low cost» de Vox, que ni tan siquiera ha hecho por dar proyección a sus candidatos, auténticos «desconocidos» incluso entre su militancia: «No hay un trabajo previo de visibilización. Juan García-Gallardo [actual vicepresidente de la Junta de Castilla y León] siquiera era conocido pero se le dio visibilidad».

A lo que Vox se aferra para aventajar la «anomalía» gallega es al voto desmovilizado en esencia autonómica. A pesar de alcanzar un 2,05% en las elecciones de 2020, en Bambú subrayan el 4,79% acabado el pasado verano en las generales. Estos 77.014 votos hoy dejarían a Vox al borde de conseguir escaño, ya que la barrera electoral se sitúa en el 5%. Este dualismo es el gran hándicap a aventajar por Abascal, que ha centrado la precampaña y el comienzo de la carrera en dirección a las urnas en reactivar a todo aquel votante que Vox pueda tener entre el 51% de abstencionistas registrados hace cuatro abriles. Pero las previsiones, internamente y fuera del cuartel normal de Vox, no son precisamente halagüeñas.

Una vecina camina por Avión frente a una de las mansiones.
Una vecina camina por Avión frente a una de las mansiones.

Volvamos a Avión, a las profundidades de la comarca del Ribeiro, para comprobar cómo el votante gallego alterna su papeleta: el 28 de mayo, en las municipales, el PP obtuvo 457 votos y Vox 176; menos de dos meses posteriormente, en las generales del 23 de julio, los populares contabilizaron 806 apoyos, mientras que los de Abascal 62 papeletas. Un aberración prueba del «poderío» del PP en su gran bastión gallego, como definen en el municipio.

A pesar de centrar su plan electoral en un horizonte doméstico, la propuesta de Vox «no encaja en novelística» con el contexto gallego, opina Gabriela Ortega, politóloga y directora de táctica de la Institución Educativa Aleph, que señala la denuncia de la desatiendo de tejido industrial como la única propuesta de Vox alineada con las preocupaciones de los gallegos, aunque no es una de las principales demandas. Como Merchán, augura un «voto de deslizamiento doméstico» que pueda hacer mejorar sus resultados respecto a 2020, especialmente en aquellas provincias en las que el 23 de julio triplicó su número de votantes en comparación con lo obtenido en las elecciones autonómicas de hace cuatro abriles. Pero los dos ven improbable que Vox irrumpa en el Parlamento gallego, única cámara territorial que se resiste al avance de Vox desde hace ya una período de camino político.

Pero a pesar del tono doméstico con el que Vox quiere impregnar la campaña y los notablemente mejores resultados obtenidos en las generales del 23 de julio los expertos señalan que en Galicia las elecciones autonómicas han de compararse en cuanto a dinámicas más con las locales que con las nacionales. Y el 28 de mayo, excepto en Avión, las urnas demostraron la gran afición que padece Vox al no poseer al punto que estructura y tejido a nivel provincial y municipal. Prueba de ello es que muchos de los candidatos coinciden en las listas locales, autonómicas y generales. Lilian Cerdeira, la regidora de Vox en Avión, de hecho fue la habitante de letanía al Senado por Orense los pasado comicios generales, celebrados en julio. Otro representación es el malestar interno que ha aflorado entre la propia militancia de Vox en Galicia y que se ha dejado ver incluso en la presentación del candidato, Álvaro Díaz-Grieta, cuando un rama de militantes de Pontevedra, su demarcación, lo abuchearon en su acto de oficialización cercano a Santiago Abascal. «Los propios afiliados no lo pueden ni ver», apuntala Morado sobre este incidente registrado hace un par de semanas y de la que partido resta importancia de cara al 18-F.

A todo ello Ortega añade la importancia que tiene el candidato regional a pesar de orientar la campaña en esencia doméstico. A pesar de que el líder doméstico del partido, en este caso Santiago Abascal, comande la caravana electoral, es la simpatía y la aprobación y, en definitiva, la percepción que la población regional tiene sobre el pretendiente más regional lo que termina decantando la romana frente a la arca. Una situación difícil de resolver por parte de Vox, que escogió como candidato a Álvaro Díaz-Grieta a las puertas de la campaña y según los sondeos es el menos conocido de todos los dirigentes regionales que se presentan a las elecciones del 18 de febrero, a pesar de que ya era el presidente del partido en la provincia de Pontevedra y habitante de letanía en las municipales.

Pontevedra es, de hecho, la provincia cercano a La Coruña en la que Vox mantiene más altas las esperanzas. Las encuestas internas que manejaba Bambú en el comienzo de la campaña mantenían a Vox en la lucha por el extremo escaño en estas dos demarcaciones. Encima, Vox defiende su papel porque, de conseguir escaño, sería a costa del BNG y Sumar, explican en la dirección, y no perjudicaría al PP, como se ha insinuado en diferentes ocasiones desde Génova. Este intensidad que Vox hace sobre La Coruña y Pontevedra lo explica la demografía: son las dos provincias más pobladas de Galicia y sobre las que se volcarán los de Abascal para zanjar definitivamente con su infortunio gallego.

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