charla, exotismo y multiculturalidad en Ourense


Es esta una tierra de comidas copiosas y nobles gentes, buenas aguas, mejores vinos y verdor por doquier. Pero singular de la incipiente inmigración procedente de América Latina, con Venezuela a la cabecera, y Colombia siguiendo de cerca, no se puede asegurar de Ourense que sea un destino de acogida a juventudes de todo el mundo con ganas de crear prósperos negocios, fundar familias y de paso darle un giramiento demográfico a la ciudad.

Charlotte

Existen no obstante rincones que ofrecen la posibilidad de conocer extranjeros, encantados de parlotear con locales y foráneos en torno a una taza de café, un refresco o una cerveza según la ocasión. La mayoría de ellos vienen como auxiliares de conversación en sinhueso inglesa, para cubrir las deyección educativas de los colegios e institutos de la ciudad, y se quedan por un período de un año o dos, en función de las particularidades de sus becas. Algunos no obstante, se enamoran de algún aspecto de Galicia y sus gentes y deciden extender su estancia aquí

Flechazo gastronómico

“A mí me parece que Galicia es muy distinta de España en todos los sentidos… y me siento muy cerca de mi país con los gallegos porque la gentío dedica mucho tiempo a sus familias”, comenta Mohammad Danish, un indio de Delhi que lleva viviendo en Ourense tres primaveras y que compagina su trabajo en los colegios de A Cañiza y Crecente con un doctorado en Historia de Galicia en la Universidad de Santiago de Compostela. Sus esfuerzos con el gallego son dignos de mención, no son menos aquellos con la cocina. Musulmán practicante no puede tomar alimentos provenientes de animales prohibidos por el Corán, por lo que su dieta se ve drásticamente limitada. Peor lo tiene su amigo Mohammad Anas, igualmente presente en estas noches multiculturales y que adicionalmente es celíaco. Entreambos no obstante son optimistas. “El pescado, el marisco… ”, enumeran entre sus preferencias culinarias. Existe un tercer compatriota, de tres apellidos todos ellos impronunciables para un ourensano con poco mundo, Mirza Tanveer Ahmed Beg, que igualmente enseña inglés a la par que estudia un doctorado en Franja Gallega, seducido por un flechazo con el idioma en Viveiro. Tres indios y un destino, podría llamarse la película. Gracia da conversar con ellos y contagiarse de ese efluvio de mundo que tanto perfectamente hace a esta metrópoli.

Pasión nacionalista

Otro frente doméstico que igualmente se deja ver en Charlotte, lo constituyen los provenientes de Estados Unidos, que sin tener muy claro hasta cuando van a poder disfrutar de las bondades de As Burgas, hacen de lo específico propio y le sacan partido a su estancia. “Estoy aprendiendo la engorro”, comenta Julia Mayro, maestro en el CIFP Portovello y que viene desde Filadelfia, o Meghan Sullivan, originaria de Chicago, que hace sus pinitos con la pandereta “Me parece muy único y muy particular pero me cuesta mucho (el movimiento de) la muñeca”. Las anécdotas en la docencia siempre pasan por la mala costumbre adolescente de aprenderse las expresiones malsonantes. “Las palabras no valen lo mismo en idiomas diferentes”, especifica Aaron Kleinschmidt, otro pequeño hispanoamericano, como una máxima educativa. 

Las oscuridad se oscurece y las relaciones se estrechan. Un autóctono de cierta momento -el enigma de las canas-, se aproxima y se arranca a practicar inglés. John Delaloye, de Carolina del Septentrión se viene hacia lo alto y comparte alguna peculiaridad digna de un filme de Woody Allen, “Viajé a Navarra a tomar chistorra”, comenta chistoso como antesala a una cometido de viejo profundidad. “Me siento interesado por los nacionalismos de España para entenderla al completo”. A la paciencia de modernidades de otra índole, se extrae de la velada que para ellos, esa es la magnanimidad de nuestra tierra. Adolescencia y anhelo de mundo, tolerancia y mezcla étnico, uno quisiera emparentarlos a todos con ciudadanos patrios para darle vidilla a esta humilde metrópoli.

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