Puigdemont para Pedro Snchez: de “problema” a “ancdota” y ahora puntal de su investidura


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El fugitivo independentista, a diferencia del presidente del Gobierno en funciones, poco ha cambiado: sigue manteniendo el mismo planteamiento que hace seis años

El presidente del Gobierno, Pedro S.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.JC HidalgoEFE

Seis años dan para mucho, y en política los vaivenes, las subidas y bajadas, las desaceleraciones y aceleraciones hacen palidecer cualquier montaña rusa. En este tiempo ha pasado casi de todo en España y los cambios han sido vertiginosos. El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, es un ejemplo de transmutación, un modelo camaleónico capaz de adaptarse a las circunstancias para sobrevivir. él mismo lo define como resistencia o, si se prefiere, como cambio natural de opinión.

Esa ha sido su percepción del independentismo, su valoración de los acontecimientos de septiembre y octubre de 2017 en Cataluña y su opinión sobre Carles Puigdemont, el hombre que desde la Generalitat los impulsó hasta intentar una golpe contra la constitución y el propio Estado. El político que, según Sánchez, pasó de ser un “problema” para España, a convertirse en pura “anécdota” y que hoy ha adquirido la condición de puntal imprescindible para su investidura.

Puigdemont, a diferencia de Sánchez, ha cambiado poco. Sigue manteniendo la misma posición que hace seis años -el referéndum de autodeterminación de Cataluña-, incluso antes del referéndum ilegal del 1-0, la declaración de independencia que duró ocho segundos y su huida de España. Hoy, el ex Presidente El fugitivo añade uno más porque de ello depende el futuro: el amnistía.

Tanto han cambiado las cosas que ayer mismo el prófugo recibió la cordial visita de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. Negociar, normalizar, intentar en última instancia conseguir el apoyo de Puigdemont a la investidura de Sánchez que, a su vez, aseguraría a Díaz un puesto de mando.

En 2017, Pedro Sánchez consideró a Puigdemont y sus correligionarios los autores de “un desafío que intenta romper la Constitución y la integridad territorial”. Y más aún, explicó: “Si no hay disturbios públicos, eso no quiere decir que no pueda haber delito de rebelión, como sí ocurrió (…) Creo que claramente ha habido un delito de rebelión.“.

Un año y medio antes, en marzo de 2016, el actual presidente en funciones mantuvo una larga reunión con el entonces jefe de la Generalitat. La conversación fue recogida por el propio Puigdemont en sus memorias Me explico: de la investidura al exilio.

En aquella reunión, el catalán habría defendido su propuesta secesionista y Sánchez habría subrayado que “no se puede votar la independencia” porque “una referéndum en cataluña significaría romper el soberano nacional“. En aquel momento, la manera de intentar paliar el descontento de una parte de los catalanes era, según el actual presidente, modificando en profundidad el modelo de financiación autonómica e impulsando y defendiendo la llamada inmersión lingüística.

La literatura de Puigdemont también tiene su correlato en Sánchez, que en su libro Manual de Resistencia Hizo la siguiente reflexión sobre el nacionalismo: “Para Europa, y también para España, esa historia (la del nacionalismo) es demoledora”. Y agregado: “La izquierda no puede negar a España”.

En mayo de 2018, junto al entonces presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, Sánchez argumentó: “El mortero de la España constitucional siempre ha sido la solidaridad entre españoles y entre territorios. Y precisamente esa solidaridad entre territorios es la que cuestiona y desafía el secesionismo”. En esa misma comparecencia tildó al sucesor del ya prófugo Puigdemont, Joaquim Torrade “Le Pen de la política española” e insisten en que “lo que defiende la socialdemocracia”, frente a las derivas étnicas e identitarias excluyentes, “es la igualdad en derechos y libertades”.

Más cerca aún, en la campaña electoral del 10-N, en 2019, el líder socialista aseguró que si ganaba las elecciones se comprometería a traer a Puigdemont a España para rendir cuentas ante la Justicia. En un tuit, Sánchez resumió su argumento: “Nadie está por encima de la ley. Puigdemont está prófugo de la Justicia. Trabajaremos para que el sistema judicial español, con todas sus garantías, pueda juzgarle con imparcialidad. La Fiscalía tiene el apoyo del Gobierno en defensa de la ley y del interés general”.

En octubre de 2022, hace apenas un año, el prófugo aseguró en una larga carta hecha pública con motivo de su quinto aniversario en el “exilio”, que dirigentes del PSOE se habían puesto en contacto con él en varias ocasiones para ofrecerle el perdón si regresaba a España. y se entregó a la Justicia. Desde el PSOE y desde el Gobierno se desmintió este extremo. Y el propio Sánchez subrayó: “La palabra de Puigdemont vale lo que vale su declaración de independencia. Afortunadamente Puigdemont, que era un problema para España, es hoy una anécdota”.

Esto fue hace un año. Hoy, Puigdemont se ha convertido en la llave de la toma de posesión de Sánchez; el PSOE le otorga un papel protagonista en el futuro del país; el vicepresidente segundo le visita en Bruselas; El Gobierno estudia fórmulas para atender sus demandas, entre otras una especie de amnistía más o menos encubierta que fue rechazada de plano por inconstitucional por el propio PSOE junto con PP y Vox en el Congreso y que, en opinión del exvicepresidente primero carmen calvoDoctorado en Derecho Constitucional, está expresamente prohibido por la Carta Magna.

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