La mayoría de las personas que van a tentar a la suerte en este conocido división de Baños de Molgas son vecinos de la zona. Lo que puede significar que algún vecino es el afortunado. Aunque Moncho, que es el dueño, prefiere respetar el anonimato: “El salto es exuberante, pero la envidia asimismo”, ríe.
Confiesa que todavía lo están asimilando, pero la alegría es enorme: “Y eso que yo no soy el afortunado”. Pero la satisfacción es contagiosa, y más si viene de cerca: “Aquí nadie es millonario, si le ha tocado a un vecino le va a venir aceptablemente”.
Un negocio con suerte
Moncho lleva 32 primaveras al frente del Bar Mari Trini, y recuerda todos los premios que han saliente de sus manos: “Reparto más que la Casto de los Milagros”. Hace tan solo dos primaveras otra Bonoloto dejó cerca de 91 mil euros.
Está a punto de dejarlo, quiere jubilarse y demora que esta auge de fortuna pueda servir para que alguno asuma un negocio al que todos tienen aprecio.