Ilse Lothe, la colérica ‘Kapo’ de Auschwitz y sus temidas palizas a otras presas


“Vi a Lothe acercarse a Grunwald y golpearle en la vanguardia y el cuerpo hasta que se desplomó inconsciente, con crimen chorreando de su vanguardia. Para apalear, Lothe usaba un palo de madera, que era de unos dos pies de derrochador y una pulgada de diámetro. Con la ayuda de otros prisioneros llevé a Grunwald a su liga y le vendamos sus heridas lo mejor que pudimos. Al día futuro vi que se llevaban a Grunwald al liga 25. Ese liga estaba reservado a las personas que eran destinadas a la cámara de gas”.

Es la testimonio jurada de Eva Gryka, una haba polaca que testificó contra Ilse Lothe, una conocida Kapo de Auschwitz que, aun siendo prisionera de Auschwitz, se dedicaba a maltratar y apalear a sus propias compañeras de barracón como las temidas guardianas nazis. Y todo, para obtener mejores condiciones de vida en el campo.

Los tentáculos del nazismo

Lo poco que se sabe de su vida es gracias a la testimonio jurada que nuestra protagonista hizo durante el proceso de Bergen-Belsen de 1945. Parece ser que Ilse Lothe nació el 6 de noviembre de 1914 en la ciudad alemana de Érfurt, hacienda de Turingia, de donde incluso procedía el filósofo teutónico Max Weber, conocido por su distinguida obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo.

Desde una antigüedad muy temprana, Ilse decidió dejar los estudios para ponerse a trabajar. Una de sus primeras ocupaciones fue en una taller de zapatos, aunque no duró demasiado oportuno al estallido de la Segunda Pleito Mundial. El gran despliegue de las tropas nazis por toda Alemania llegó hasta los pequeños pueblos del país, incluido Érfurt. Hablamos de finales de 1939.

Ilse Lothe, tras su detención

Ilse Lothe, tras su detención

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Allí un agrupación de oficiales de las SS obligó a la fresco a alistarse: pretendían enviarla a una factoraje de municiones, pero Ilse se negó taxativamente. Pese a que no tenía hijos ni se había casado nunca, Ilse no quería formar parte de la maquinaria de destrucción fascista. Curiosamente, abriles más tarde, acabaría cayendo en su trampa. Pero, vayamos por partes.

En presencia de su negativa, Ilse fue enviada al campo de concentración de Ravensbrück como prisionera. Durante su estancia, la fresco alemana conoció a algunas de las guardianas nazis más maquiavélicas en la historia del Nazismo como fueron María Mandel, Dorothea Binz o Juana Bormann.

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María Mandel, la ‘Bestia de Auschwitz’

Terceros

Tres abriles más tarde y ya en marzo de 1942, Ilse fue trasladada al centro de exterminio de Auschwitz donde permaneció y vivió como interna durante cuatro semanas. Transcurrido ese tiempo, el comandante del campamento determinó que la transfirieran una larga temporada a un Kommando forastero en Budin (Budy), a unos siete kilómetros de Auschwitz para realizar trabajos forzados. Estos iban desde efectuar diversas excavaciones, como por ejemplo zanjas, hasta construir un embalse o amparar limpios los estanques.

De junio de 1943 y hasta febrero de 1944, Ilse fue trasladada a Auschwitz-Birkenau, donde la nombraron Kapo. Aclarar que las denominadas Kapos eran prisioneras elegidas por las guardianas nazis para supervisar a sus compañeras, que tenían mejores condiciones en el campo de concentración y que, encima, eran conocidas por su brutalidad.

La brutalidad

Ilse se convirtió en la Kapo del Kommando (agrupación de trabajo) nº 6 en Birkenau. Este equipo constaba de 100 judías húngaras y la comisión auténtico de la alemana consistía en que sus compañeras cumplieran las tareas impartidas por las guardianas. Es afirmar, evitar peleas, repartir los alimentos o la ropa, etc.

No obstante, con el tiempo y gracias a los pequeños privilegios que como Kapo tenía, su trabajo se fue extralimitando hasta puntos insospechados. Se había convertido en “Policía Poroto” –así era como denominaban los demás reos a los Kapos– y, luego, en una centinela más de las SS. Inevitablemente, Ilse conoció a la Aufseherin (guardiana fascista) Irma Grese quien, durante su testimonio delante el tribunal, negó que la hubiera trillado alguna vez.

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Irma Grese a la calma del pleito (agosto 1945)

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Algunas de las prisioneras que decidieron contarlo durante el pleito, aseguraron que Ilse Lothe incluso infligía multitud de maltratos oportuno a su “privilegiada” posición. Lo que muchas de ellas no sabían es que, en la mayoría de casos, las Kapos acababan siendo asesinadas en la cámara de gas.

Dicho esto, una de las testigos convocatoria Hanka Rozenwayg, que había estado en uno de los Kommandos que Lothe vigilaba, afirmó que en una ocasión esta se quejó a Grese de que no estaba haciendo proporcionadamente su trabajo. Al hacerlo, la Aufseherin le lanzó un perro que le desgarró la ropa y le dejó numerosas marcas en todo el cuerpo. Adicionalmente, incluso vio cómo la Kapo pegaba a una chica polaca, la golpeaba en el suelo y terminaba por darle infinidad de patadas.

Ilse Lothe (a la derecha) e Irma Grese (centro), durante el juicio de Bergen Belsen (1945)

Ilse Lothe (a la derecha) e Irma Grese (centro), durante el pleito de Bergen Belsen (1945)

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Otra haba polaca, Eva Gryka, explicó durante la audiencia legal que, en el tiempo que estuvo en Auschwitz, Ilse había sido la Kapo de su Kommando de trabajo designado a cavar zanjas y fosas para apartar a los muertos. Durante una de las jornadas, una de sus compañeras, convocatoria Grunwald, preguntó a Ilse si podía ir al baño. Esta se lo prohibió y, entonces, la reclusa dejó la pala y se marchó. Ilse la molió a palos y, al día futuro, la llevaron a la cámara de gas.

Esta refrendador incluso contó que Ilse le pegaba con un palo de madera al menos dos veces por semana. En una ocasión, le dio un puñetazo en la ñatas que le hizo exprimir. Asimismo, Eva incluso quiso insistir en su interrogatorio que Ilse fue responsable de cursar a muchos prisioneros a la cámara de gas.

Ilse Lothe con el nº 10, durante el juicio de Bergen Belsen (1945)

Ilse Lothe con el nº 10, durante el pleito de Bergen Belsen (1945)

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Otra superviviente, como la haba polaca Sonia Watinik, corroboró estos hechos cuando le tocó subir al estrado de Bergen-Belsen. Pero, llegado el turno de la acusada, esta negó conocer a las testigos que la habían perceptible de pegar y maltratar a otras reclusas. De hecho, desmintió que Hanka o Sonia formasen parte de su Kommando, porque si fuese así las hubiera agradecido inmediatamente.

Incluso rebatió el hecho de que conociese o trabajase con Irma Grese. En este sentido, tanto la guardiana como la Kapo afirmaron que se trataba de una falsedad y, esta última, terminó por argumentar que fue castigada tres veces por el Área Político de Auschwitz.

En presencia de el tribunal

Comunicación de Ilse Lothe

“La primera vez porque llevé una carta de contrabando fuera del campo. La segunda vez porque quemé el somier de las camas –hice un fuego con ellas-. Y la tercera vez porque organizamos alguna comida y cigarrillos. La primera vez me dieron 25 latigazos realizados de esta guisa: pusieron un liga en medio de mis rodillas y me ataron las manos, me balancearon de una costado a la otra golpeándome de uno y otro lados mientras me balanceaban de un costado al otro. Dos hombres de las SS me golpearon con una porra de borrador. He aurícula musitar de otros Kapos que fueron castigados de esta guisa”.

Pruebas contradictorias

Continuando con la historia de Ilse Lothe, hay que destacar que, tan solo cuatro meses del primer Kommando, este finalmente fue disuelto. Poco posteriormente obtuvo otro de 50 judías húngaras cuyo cometido fue construir búnkers en puestos preparados para las armas de fuego.

En noviembre de 1944, le enviaron al Kommando nº107, destinado a Obras Hidráulicas, y, en diciembre, la destituyeron como Kapo a causa de los altercados anteriormente mencionados. Es a partir de entonces cuando la enviaron a un Kommando de castigo llamado Vistula. Por consiguiente, desde enero de 1945 comenzó su odisea de un campo de concentración a otro.

Las guardianas nazis en el campo de Bergen Belsen tras la liberación en abril de 1945

Las guardianas nazis en el campo de Bergen Belsen tras la huida en abril de 1945

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Primero, la trasladaron a este agrupación de castigo hasta Ravensbrück, donde permaneció cuatro semanas. A principios de marzo, fue incluida en un transporte de mujeres embarazadas con destino a Belsen. Cayó enferma por tres semanas, pero cuando se recuperó, Ilse se convirtió de nuevo en la Kapo del Kommando de hortalizas. El agrupación de 140 personas constaba de mujeres rusas y de unas pocas judías de Hungría y Polonia.

Cuando a mediados de abril de 1945 las tropas británicas liberaron el campamento de Bergen-Belsen, Ilse Lothe fue puesta en facilidad. Primero trabajó como campesina y más tarde lo hizo como enfermera. Sin confiscación, el 22 de junio, mientras paseaba por el campo en compañía de una haba polaca, un agrupación de otros seis o siete exprisioneros le gritaron: “Esa es una Kapo de Auschwitz”.

Ilse Lothe con el nº 10 (la cuarta empezando por la izquierda), durante el juicio de Bergen Belsen (1945)

Ilse Lothe con el nº 10 (la cuarta empezando por la izquierda), durante el pleito de Bergen Belsen (1945)

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Cuando Ilse se dio la envés, ya tenía dos soldados británicos pidiéndole los papeles. Fue arrestada rápidamente y trasladada a la gayola de Celle cercano con los que habían sido sus verdugos. Estaba acusada de cometer crímenes de pugna en el campo de concentración de Auschwitz y en el de Bergen-Belsen.

Llegado el momento y dada la desliz de pruebas y los testimonios tan “contradictorios” aportados durante el proceso, el Tribunal de Bergen-Belsen dictó su veredicto. Era el 17 de noviembre de 1945. “Nº 10, Lothe; La Corte encuentra que no es culpable del primer cargo y no culpable del segundo cargo”, leyó el presidente del tribunal. Tras ser absuelta de todos los cargos, Ilse Lothe desapareció de Lüneburg. Y, desde ese momento, falta se volvió a retener sobre su paradero.

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