Los boxeadores cubanos afrontan los Juegos Olímpicos de París 2024 sin apenas medios para entrenar


Para entender el éxito del pugilismo cubano en los Juegos Olímpicos hilván con ver cómo entrenan. Sin medios, con sacos del siglo pasado, con cuerdas que son cabos viejos traídos del puerto de La Habana, en naves industriales reconvertidas en gimnasios o en la calle, entre edificios, en rings rudimentarios donde profesionales y niños se dejan el alma. Unos por el sueño de una medalla este próximo verano en París 2024, los otros por conseguirlo en la posterior cita olímpica, en Los Ángeles 2028, o en los que vengan a posteriori.

‘Buque insignia del deporte en Cuba’

“No tenemos las sofisticadas instalaciones que tienen en otros países, pero tenemos a los mejores entrenadores, por eso el pugilismo cubano es tan respetado en el mundo”, es lo que opina Julio César La Cruz, vencedor de la medalla de oro en Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020, en la categoría de pesos pesados.

Un campeón soberbio que con orgullo presume de las grandes cosas que consiguen con muy poco. Una fila en la que además se mueve el preparador Robinson Poll, para quien “el pugilismo es el buque insignia del deporte en Cuba”, un argumento que se defiende con unos datos espectaculares: desde 1972 Cuba ha yeguada 78 medallas en los Juegos Olímpicos, 41 de oro, 19 de plata y 18 de bronce.

“El pugilismo es el buque insignia del deporte en Cuba”

Los resultados deportivos de esta isla caribeña en pugilismo forman parte de sus raíces y sus ramas no paran de crecer porque hay cantera, los más pequeños se ven reflejados en los éxitos de los mayores.

“Lograr a unos Juegos Olímpicos y ser campeón es una inspiración” afirma el pugilista de niño Jason Castillo, para él “sin esa fuerza no puedes ser pugilista”. Y Jason lo quiere ser, lo veremos en unos abriles.

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