Las temperaturas de este jueves eran más altas que las propias de un mes de febrero, pero sin resistir esos 30º que forma parte de la “regla de los 30” que suele identificar los riesgos meteorológicos en los incendios: temperaturas de 30º o más; vientos superiores a los 30 km/h y una humedad relativa del distinción por debajo del 30%. Según los datos de AEMET, las temperaturas registradas este jueves han sido 24,5 grados en el aeropuerto de Valencia a las 12.20 horas, y 24,3 en Valencia a las 12.30 horas. En torno a las 17:30, momento del incendio, la temperatura estaría entre 21 y 22 grados en el dominio metropolitana de Valencia. La temperatura puede que no fuera tan determinante pero el derrota sí lo fue y por partida doble
Rumbo musculoso y seco
El derrota jugó a honra de la propagación de las llamas por dos motivos. El primero y fundamental, su velocidad. Entre las 17.20 y las 17.40 horas de la tarde las dos estaciones meteorológicas de la AEMET más próximas al puesto del incendio (la del Aeropuerto de Manises y la del Oasis de Viveros), registraban rachas de derrota de entre 50 y 60 km/h. A partir de los 40 km/h ya se considera una jugada musculoso de derrota y a partir de los 70 km/h pasaría a considerarse derrota muy musculoso. A la hora del incendio teníamos por lo tanto rachas de derrota musculoso en la zona y, como se apreciaba en las imágenes de las palmeras y otros árboles cercanos al edificio siniestrado, era todavía un derrota constante. Pero no solo fue la intensidad del derrota, en este caso todavía jugó en contra su dirección.
Eran vientos de poniente los que soplaban ayer, como en otros días de este mes de febrero. Son vientos que llegan desde el oeste de la Península y el distinción va perdiendo la humedad al atravesar la meseta de modo que cuando llegan al Mediterráneo, llegan secos. La humedad relativa del distinción en la estaciones de AEMET en Valencia era del 26 %, una humedad muy pérdida, un distinción muy seco. Si el derrota hubiera sido musculoso, pero de oriente, tendríamos una masa de distinción más húmeda, por la componente marítima , y esa humeada podría suceder colaborado poco en la terminación. Pero sin duda lo fundamental fue la fuerza del derrota… combinada con la estructura de la figura.
Portada ventilada y objeto chimenea
Esa intensidad del derrota pudo combinarse de forma fatídico con la estructura de la figura que mencionábamos. Según lo que han contado ingenieros y arquitectos, una figura ventilada consiste en unas placas tipo sándwich que no se pegan a la figura directamente sino que van un poco separadas, montadas sobre perfile metálicos que se atornillan a la hormaza, y por lo tanto dejan entre medias un espacio expedito por donde corre el distinción. Y en este caso, corrió el fuego, impulsado por el musculoso derrota. Para entendernos, ese espacio entre la hormaza del edificio y las placas de revestimiento funcionó como una chimenea y el derrota musculoso en el momento del incendio actuó como una especie de fuelle.
Y luego está el tema del material que va en el interior de las placas y que, como ha explicado Esther Puchades, vicepresidenta del Colegio de Ingenieros Técnicos industriales de Valencia, podían ser de poliuretano (como declaró ayer a varios medios) o polietileno (como esta mañana le decía en una entrevista a Carlos Alsina). En cualquier caso materiales que pueden arder rápido y propagar rápidamente el fuego. Una combinación fatídico.