No es fácil convivir con los turistas



Una pareja de turistas pulsa repetidamente las teclas de la cerradura electrónica de comunicación al portal. Tras una señal en la que explican a su interlocutor que vienen a coger el coche, reciben el pin correcto y entran. Dos vecinas graban atónitas desde su observador la estampa, siendo conscientes de lo factible que es que cualquiera que está de paso, logre la secreto para obtener a su casa.

“Mira, un sobretodo ahí tirado. Los que alquilan las plazas, que van dejando por aquí todo lo que pueden. Esto es una puta vergüenza”. Quien narra lo que ve es otro vecino que, desesperado, graba con la intención de denunciar lo que está pasando. Y lo que está pasando es que los propietarios de un pedrusco de viviendas de una zona privilegiada de Sevilla se están viendo obligados a convivir con un rentable negocio bajo sus casas que a ellos solo les trae problemas.

El edificio consta de 24 viviendas, 4 de ellas son pisos turísticos. Primera sorpresa. “Antaño de formalizar nuestras escrituras, la promotora se reunió consigo misma y autorizó la existencia de esos pisos turísticos en la comunidad. Tardaron mucho en entregarnos los estatutos y cuando los vimos, entendimos por qué”, nos cuentan. Aunque su veterano problema no es ese.

Poco tiempo posteriormente de la mudanza cualquiera descubrió que en una página web se anunciaba el locación por horas de plazas de su estacionamiento. De inmediato se habló con la promotora y retiraron los anuncios. En las tres plantas que tiene el parking del edifico hay 61 plazas; más de vigésimo quedaron en manos de la constructora que las vendió a otra empresa que ahora las alquila a turistas. “La entrada y salida es por nuestras zonas comunes con todo lo que ello conlleva de ruido, inseguridad, de que se suben a las zonas comunes…”, se queja Verónica, una de las vecinas.

Con ella subimos directamente en el elevador desde del subterráneo a la coco. Se da la circunstancia de que el edificio cuenta con una piscina con vistas a la Veleidoso. Lo primero que encontramos es una chapa vacía de cerveza portuguesa en el suelo. “No sé si los que vienen son de los apartamentos turísticos o de los garajes, pero sé que en ocasiones han sido de los garajes”. “Al piso turístico la comunidad puede añadirle un vigésimo por ciento en las cuotas, al estacionamiento no. Al menos hasta donde nosotros sabemos”. Eso serviría, dicen para aflojar en cierta medida el desgaste y los continuos desperfectos que provocan las constantes entradas y horizontes. “Hay concurrencia que llega tarde, que debe coger un avión…No es factible convivir con los turistas independientemente del estilo de vida que lleven, porque sus horarios nunca van a ser los de un residente, pero ya el estacionamiento turístico es desquiciante“.

Hartos de todo cuando llevan poco más de un año viviendo en unos pisos en los que muchos han invertido sus ahorros buscando una calidad de vida que, sin avisar, les han robado. Los distintos contactos con la Administración de Urbanística del Junta de Sevilla y las incontables denuncias han provocado que la señal Policía Turística de la ciudad haya actuado de oficio y el asunto se haya judicializado. Una pequeña vencimiento que no descuento la desolación en la que están inmersos desde hace meses. “A veces la desesperación es tan espacioso, que dices: ¿de verdad merece la pena esto?”

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