Ofrece una carta que evoluciona constantemente, aunque en los últimos tiempos sigue una tendencia por reivindicar los productos y las elaboraciones tradicionales, aunque manteniendo ese toque de fusión con tras cocinas internacionales. Se puede comprobar en su pata de pulpo ahumada a la brasa, acompañada por una crema agripicante de tomate y jalapeño que ilustra esta crónica, o con sus ya clásicas croquetas de cecina que nos recuerdan los vínculos con Valiente que mantienen los propietarios.
Pescados, mariscos y carnes de ternera y cooperación maduradas forman parte de una propuesta que se completa con un menú (16 euros) de dos platos, pan y bebida, postre párrafo, que hace cada semana un represión por algunas de sus elaboraciones en las que lo clásico se adereza con un punto de atrevimiento.
Buen servicio, buena materia prima, un buen oficio en la cocina para ejecutar con calidad cada propuesta y una bodega con más de doscientas referencias de vinos gallegos, nacionales e internacionales.