Tras los ladrones del aeropuerto de Barcelona


Podría retornar a producirse. Pero es improbable que cualquiera de los ladrones que operan asiduamente en el aeropuerto de El Prat de Llobregat robe un bolsa con un robo de 8 millones de euros. Sucedió el pasado 3 de agosto. La pericia de los Mossos d’Esquadra hizo que en tres horas los ladrones fueran detenidos y las joyas recuperadas. Un robo de película con un final demasiado adecuado para una clan rusa que, a diferencia de la gran mayoría de víctimas, ni envió una nota de agradecimiento.

Aquella comunicado dio la reverso al mundo varias veces y tuvo un impresión convocatoria que convirtió durante algunas semanas las terminales de El Prat en un laboratorio de pruebas para ladrones especializados que recorren Europa robando en aeropuertos.

La normalidad regresó pronto a las terminales, que en semanas como esta última del Mobile World Congress vive periodos de una actividad frenética que tienen su impresión convocatoria en la comunidad internacional delincuencial. Los responsables policiales lo saben y de ahí que en estos momentos de máxima afluencia refuercen los dispositivos de uniforme y de paisano que trabajan en el aeropuerto. Los Mossos cuentan con dos grupos especializados que operan muy coordinados con la finalidad de poner las cosas difíciles a los ladrones.

Dos mossos de paisano siguen a un carterista con las indicaciones que por el móvil les da el policía que los controla a través de las cámaras

Dos mossos de paisano siguen a un carterista con las indicaciones que por el móvil les da el policía que los controla a través de las cámaras

Joan Mateu Parra

torrevieja news today estuvo esta semana en el aeropuerto siguiendo de cerca el trabajo de los policías del clan de investigación y de los fura (especializadosen multirreincidentes). Hombres y mujeres que actúan de paisano y se camuflan con tiento en aglomeraciones, carreras, colas, recibimientos y despedidas que miles de viajeros protagonizan a diario en pasillos, parkings y terminales. Entre maletas y carros a sobreabundar se mueven aproximadamente un centenar de delincuentes habituales.

Un mosso de investigación identifica a dos ladronas, una recién llegada y en fase de aprendizaje

Un mosso de investigación identifica a dos ladronas, una recién venida y en período de educación

Joan Mateu Parra /Shhoting

No son siempre los mismos. Saben cuando los policías los tienen demasiados vistos y cambian de escena. Prefieren los aeropuertos, aunque sean espacios mucho más limitados que el medida o un eje comercial. Pero además saben que un bolsa robado en una terminal a un turista recién llegado guardará mucho más mosca y joyas que la cartera de un usufructuario del medida que madruga para ir a trabajar. “Tienen menos posibilidades, pero más opciones de conseguir mejores botines”, reconoce el mandón al frente del clan de investigación.

Los mossos controlan las terminales a través de las imágenes de las cámaras identificando a los sospechosos

En el aeropuerto las cámaras tienen una función positivo en el operante policial. Aena dispone de 3.500 dispositivos, la gran mayoría de excelente calidad, que tan pronto como dejan metros cuadrados sin vigilancia. Unas imágenes que llegan en tiempo efectivo al centro de encargo aeroportuaria, donde trabaja la seguridad privada con representantes de cada uno de los cuerpos que operan en el aeropuerto: Policía Civil, Policía Franquista y Vigilancia Aduanera, adicionalmente de los Mossos.

En las dependencias de la policía catalana hay tres monitores sobre el escritorio del despacho del clan de investigación. Hasta allí llegan las imágenes en directo. Estas pantallas que son el mejor asociado de los policías del aeropuerto. Para sacar partido a esos dispositivos, el mosso tiene que tener un conocimiento previo intensivo del espacio que enfoca cada cámara. Conocerlas, memorizar su identificación e ir visualizándolas, una tras otra, cuando descubre en la pantalla a un sospechoso y decide seguirle a través de las cámaras.

Un mosso examina los pasaportes de unos bolsos que un vigilante de seguridad ha recuperado en el parking.

Un mosso examina los pasaportes de unos bolsos que un vigilante de seguridad ha recuperado en el parking.

Joan Mateu Parra/Shooting

De esta guisa, el mosso que gestiona las cámaras controla la totalidad del espacio de acercamiento conocido del aeropuerto a través del instructor. Por radiodifusión o por teléfono gurú a sus compañeros que, a pie por la terminal, tratan de producirse desapercibidos y no ser descubiertos por los delincuentes en los seguimientos.

Los veteranos de investigación identifican a cada uno de los habituales por su nombre, apellidos, país y hasta el nombre adulterado. Ya pueden ponerse pelucas, antiparras de sol o capuchas, los reconocen por su guisa de realizar. “La experiencia perfecciona la metodología, pero es obediente detectar en una terminal a un sospechoso. Al aeropuerto vienes a delirar, a despedir o a esperar. Cualquier otra opción es sospechosa. Cuando ves a cierto ir de una punta a otra, mirando detenidamente los carros con maletas ajenas, sin rumbo evidente, pégate a él porque poco hará”, indica uno de los mossos.

A diario se denuncia una media de unos 150 robos, casi todos hurtos al descuido de bolsos y maletas

Una mujer acude a las dependencias policiales a denunciar. Le han robado un bolsa de marca valorado en más de 10.000 euros con mosca y joyas. La víctima indica el mostrador en el que estaba facturando y solo con ese nota el mosso de investigación indagación sin abortar la cámara que le muestra las imágenes del robo. En el instructor se observa a la mujer con un carro satisfecho de maletas y el bolsa de mano encima. Un tipo con gorro pasa cerca y observa la panorama con descaro. El mosso dice en voz reincorporación su nombre. El sospechoso hace un primer acercamiento cuando la mujer se aleja de sus pertenencias para apañarse a un cámara de la compañía. Poco equivocación con el etiquetado de las maletas. El mangante pasa de amplio, pero se mantiene cerca. El mosso hace teleobjetivo en el instructor para ver mejor la panorama. La víctima da la espalda al carro unos segundos que el tipo aprovecha para prolongar la mano y agarrar el bolsa. Solo le hace desidia saludar a la cámara que ha fototipia la secuencia.

Un mosso sigue de cerca a dos ladronas que ya han expulsado cinco veces esa tarde de la terminal

Un mosso sigue de cerca a dos ladronas que ya han expulsado cinco veces esa tarde de la terminal

Joan Mateu Parra /Shooting

Es una recital calcada a la de los tipos que se llevaron el bolsa con las joyas de los 8 millones de euros. Aunque el escena predilecto de recital de los ladrones son los parkings.

Dos mossos detallan el modus operandi más habitual de los ladrones cuando en ese instante, como si les estuvieran escuchando, un turista de los Emiratos Árabes que acababa de salir a España para saludar el Mobile es víctima de un robo en las instalaciones de Sixt. El policía recupera la panorama en los monitores. Un habitual al que reconoce merodea por los alrededores de las oficinas de la empresa de inquilinato de coches. Tiene un móvil en la mano con el que avisa a sus compinches. En ese instante ya tiene a la víctima elegida. El mangante se coordina por teléfono con sus compinches, que están en un coche de inquilinato que se detiene con el motor encendido y una puerta trasera abierta. El delincuente sale sin prisas de la oficina con una maleta pequeña y un maletín. Sube al coche y el transporte acelera.

Inmediatamente aparece en la imagen la víctima, adjunto a una trabajadora de Sixt, que ya está llamando a los Mossos. El hombre mira incrédulo a su rodeando. Le han robado en toda la cara y no se lo cree. El moretón de ingenuidad lo tiene cuando descubre que entre los objetos robados, adicionalmente del mosca, está su pasaporte con el visado que le permitía moverse por Europa. Ya no podrá producirse por Ámsterdam como tenía previsto. Sin pasaporte ni visado solo tiene dos opciones. O subir a un avión y regresar a su país o hacer lo mismo desde Madrid, tras conseguir documentación nueva en la embajada. “El robo del visado para algunas víctimas es terrible, porque entonces si que ya no tienen opción de permanecer con sus planes”, indica un policía.

Muchas ladronas del medida se han mudado al aeropuerto por la presión policial y las órdenes de alejamiento

Dos sospechosas acceden a la terminal 1. Son mujeres jóvenes, aceptablemente vestidas y es extraño que solo sean un par cuando acostumbran a tratar en grupos de media docena. El policía las expulsa de la terminal. Es la chale vez en el día que las obligan a irse. Solo son dos porque la veterana le está enseñando a la recién venida hace solo dos semanas a robar. Son ladronas habituales del medida pero que la presión policial y las órdenes de alejamiento del suburbano ha desplazado al aeropuerto. Muy arregladas, no generan desconfianza y aprovechan las aglomeraciones de las escaleras mecánicas y las puertas giratorias para robar con empujones.

No se puede terminar una crónica de seguridad en el aeropuerto sin mencionar la extraordinaria colaboración que existe entre Mossos, Policía Franquista y Policía Civil. En materia de extranjería hay una gran coordinación para activar órdenes de expulsión de multirreincidentes.


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