«Cuando escribes te devanas los sesos tratando de saber cómo contar una historia: a quién llamar, con quién hablar… y, en el proceso, surgen dos certezas. La primera es que sin organizaciones como Unicef y el trabajo y trabajo de miles de profesionales, sería sumamente difícil o imposible en muchos casos que nosotros, los periodistas, pudiéramos saber qué sucede detrás de escena. Situaciones denunciables, grupos invisibilizados y poder acceder a todos ellos…”, declaró Columba. Y añadió: «La segunda certeza es que la realidad de los orfanatos en una guerra es la realidad de los que quedan atrás. Y lo demuestran El hábito de la desesperación es peor que la desesperación misma.. Por eso es tan importante saber contar una historia para saber hablar de ellas, de aquellas que al principio resultan irreconocibles y todos sabemos esa máxima de ‘lo que no se habla no existe'”.
Columba explicó que apenas lleva un año y medio trabajando como periodista y mencionó el primer texto que publicó, donde hablaba de “el uno y el otro”: “En él hacía referencia a la individuo en primera persona, a ese yo que ocupa grandes estancias. Y luego están los demás, aquellos que están a más de un tiro de distancia, pero que ponen a prueba tanto nuestra buena voluntad como su fecha de caducidad.
«Sin duda esta guerra, la guerra ucranianapone bajo el foco de atención la paciencia de Occidente con esos otros. Y también plantea la incómoda pregunta de cuánto durará”, señaló Columba, al tiempo que reconoció que “mientras tanto, la vida continúa y en las escuelas de periodismo se sigue repitiendo esa frase grandilocuente ‘la primera víctima de una guerra es la verdad’. enseñó. ‘”: “Sin embargo Es una frase que no está completa.que falta algo importante, porque la verdad es que Lo que sucede en los orfanatos ya se había informado mucho antes. de la guerra y seguirán ocurriendo mucho después, como reconocieron los propios protagonistas. No son menos ciertas las adopciones forzadas de estos niños que se llevan a cabo en Rusia. El foco de violencia, abandono y tráfico sexual que se mueve allí y cuyas principales víctimas son las niñas y niños de esos orfanatos que pueden llevar allí encerrados durante décadas. “Los llamamos los más frágiles, pero por las circunstancias acaban siendo los más resistentes”.
En primera fila, junto a la Reina, se encontraba también la ministra de Ciencia e Innovación en funciones, Diana Morante; el presidente de Unicef España, Gustavo Suárez Pertierra; y el presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, María Eloísa del Pino. Ellos, junto con el resto de los asistentes, siguieron en silencio y muy atentos la intervención de Columba, quien antes de terminar intentó responder a una pregunta sobre todos esos niños: «¿Cómo hablamos de todos ellos para que no caigan en la bolsa?» de indiferencia, cuando los niños son refugiados climáticos, cuando son migrantes a través del Estrecho o protagonistas de una crisis humanitaria en el Cuerno de África, además de la deuda pendiente que les tenemos por su salud mental?».
«Al final la idea de que la primera víctima de una guerra puede ser cierta, pero la primera que cae en carne y hueso es otra cuyos derechos son vulnerados sistemáticamente. Decimos que pertenecemos a una sociedad global que avanza, pero que muchas veces deja a otros atrás. Y en ese sentido es donde fallamos. Y premios como los de Unicef vienen a recordarnos precisamente eso: que Los derechos humanos son la cuota del humanismo que debe regir toda sociedad. Y además, al final, son la mejor prueba de nuestra decencia como grupo y sobre todo como individuos. “Así es como puedes empezar a contar una historia”.
En esta nueva edición de los Premios Unicef España, el Unidad de Cardiopatías Congénitas del Hospital La Paz de Madrid, en la categoría Transformar; ya Shabana Basij-RasikhActivista afgano y cofundador de la Escuela de Liderazgo de Afganistán, en la categoría Joaquín Ruiz-Giménez.