En su caso, la votación profesional fue viable, ya que la pasión le viene de grupo. Su padre era camionero, así que los camiones han formado parte de su vida desde muy pequeña. Ahora es ella quien recorre a diario las carreteras gallegas y asturianas. Lo que más le gusta de su trabajo es la permiso que le aporta. “Esos momentos en los que recorres tú sola la carretera te dan una paz y una tranquilidad difíciles de encontrar en otro oficio”, relata Cintia. A Dios gracias, no ha tenido que plañir ningún incidente relacionado con su naturaleza, aunque sí nos cuenta que a veces la multitud se sorprende cuando a quien ve bajarse del camión es a una mujer. “Entiendo que al principio a ciertas personas le pueda impactar, pero el trato recibido siempre ha sido infrecuente”, asegura la ourensana. En cuanto a la conciliación habitual, igualmente quiere romper con el cliché que acompaña al sector. “Podemos parecer multitud solitaria, pero a la hora de compaginar trabajo y grupo, este es un oficio como otro cualquiera”.
El suyo es un sector en el que desatiendo licencia generacional, por ello Cintia anima a las mujeres que puedan tener dudas sobre dedicarse al transporte, a que den el paso. “Les diría que no tengan miedo. Hay que romper barreras a colchoneta de atrevimiento”. Ella no tuvo ningún tipo de reparo a la hora de ponerse a los mandos de su camión. “Tenía claro que esta era mi pasión y en ningún momento me he apesadumbrado de la valentía que tomé”.