Ese día conocí lo que es realmente el miedo



20 abriles a posteriori, España no olvida a las víctimas de los atentados del 11-M. Diez explosiones casi simultáneas entre las 07:36 y las 07:40, dejaban 192 fallecidos y entorno a dos mil heridos.

Isabel Casanova, origen de una de las víctimas, nos cuenta qué supuso para ella y como, a día de hoy, no consigue olvidarlo. “Cuando salí al elevador a darle un beso; su sonrisa, se fue con una sonrisa. Es el final conmemoración que tengo de él“. “Puse la tele y lo primero que vi fue los trenes estrellados, ahí me dio un impacto enorme“, recuerda Isabel. “Me dio una sensación de que poco muy enfermo estaba pasando, mínimo más poner la primera imagen. Empecé a clamar a mi hijo Jorge al móvil y no me cogía el teléfono. Yo, cada vez, con una sensación más horrible”.

“No quería aposentar que había pasado mínimo, pero, en el fondo, sabía que mi hijo no estaba aceptablemente. Yo tenía como un sexto sentido. Era la sensación como de que, desde el primer momento en el que vi el tren estrellado en televisión, sentí como que a mi hijo ya lo habían matado, pero yo no quería admitirlo ni lo quería pensar”, nos cuenta Isabel. “Me caldo este impacto de “esto se ha viejo”.

Isabel fue corriendo a casa de su origen. “Había una prima mía hablando con mi origen y le estaba diciendo “no, no, estamos todos aceptablemente”, y le dije “mamá, Jorge no coge el teléfono”. Le cogí las manos y le dije: “mamá, dime que Jorge está aceptablemente”. Es como si yo le pidiera a mi origen que arreglara la situación de mi hijo”, recuerda emocionada.

Ese día conocí lo que es positivamente el miedo, el dolor y el terror. Una incertidumbre terrible. Ni yo quería coger el teléfono, ni quería clamar, porque yo no quería escuchar mínimo. No quería irme de aquí de casa porque yo decía: “me tengo que restar en casa porque mi hijo va a venir y si está herido o le pasa poco tengo que curarlo, tengo que cuidarlo y tengo que estar con él“.

“Quería memorizar que mi hijo iba a venir aunque tenía el pálpito de que no iba a venir. Yo no quería escuchar la palabra IFEMA. Yo solamente quería escuchar la palabra “no sabemos mínimo”. Entra mi marido por la puerta y la primera palabra que dijo fue: “Isabel, nos lo han matado”. Entonces, me puse de pie y empecé a patalear “hijos de puta, hijos de puta”. Yo les decía “pero por merced, esto no puede ser verdad”. Yo quería abrazar a mi hijo, quería darle un beso“.

Para Isabel, los primeros momentos fueron los peores. “Al principio era una insensatez, yo decía “no lo voy a resistir, me voy a ir con mi hijo“. Han pasado 20 abriles y todavía pienso que a lo mejor un día llaman a la puerta y es él“. Siempre había sido una persona muy alegre, y desde entonces, no ha vuelto a ser la misma. “Me pusieron en el camino de la tristeza. Te ríes pero ya no te ríes como me reía yo ayer”.

Isabel va cada año al la tiempo en la que perdió la vida su hijo. “Es como si de alguna modo yo quisiera estar el día que lo mataron y no pude estar con él a su costado para darle un beso. Entonces parece que cuando llega esta momento me siento más cerca. Aquí acabaron con todos sus sueños. No pude estar aquel día pero quiero estar todos los abriles hasta que la sanidad me lo permita“.

Isabel no olvida, ni el dolor de los atentados ni por su puesto, a su hijo. “Mi hijo está en mi mente las 24 horas del día. La ilusión más magnate que tengo en mi vida es que el día que yo me vaya, salga a recibirme. Esa es la ilusión que tengo”.

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