Preocupación por los asaltos a iglesias del rural celanovés



Preocupación e impotencia en las iglesias del rural celanovés por los intentos de robos producidos en el posterior mes y medio en la zona. Cuatro asaltos en tres iglesias de A Merca, Cartelle y además en el concello vecino de Taboadela han encendido la voz de sorpresa entre feligreses y párrocos, que estudian medidas como la instalación de alarmas o cámaras de videovigilancia y reanimar las entradas a los templos, a la vez que desde el púlpito se pide a los vecinos que estén “máis vixiantes en presencia de o que vexamos, para coidar dos bens de todos, e tamén ter coidado nas casas particulares”.

Los vecinos de Entrambosríos, en A Merca, volvían a sufrir este fin de semana un nuevo intento de robo en la iglesia parroquial de Santa María. Por segunda vez en menos de mes y medio, los asaltantes escogían este apartado templo en la carretera de Lameiro Quente, pero en esta ocasión “os ladróns volveron estar no cemiterio e forzaron as portas, pero non conseguiron entrar”, comentaba el párroco Miguel Blanco, quien falta más conocer los hechos de boca del sacristán -que se percató de lo sucedido cuando iba a duchar la iglesia-, lo puso en conocimiento de la Policía Civil.

Además han presentado denuncia en Soutomaior, concello de Taboadela. El párroco Eduardo Fernández confirmó a este informe que, hace una semana, los asaltantes forzaron las dos puertas del templo, causando importantes daños, pero “una vez en el interior, todo estaba en orden, no notamos desidia de falta”, asegura quien, para evitar que ocurran estos hechos, “ya tratamos de no dejar parné”. Misma precaución que toman en el santuario mariano de As Marabillas, en Cartelle, que en la misma momento se percataban de un intento de robo. “Vine el martes a despabilarse unos papeles y me encontré la puerta forzada”, relataba el sacerdote Jorge Estévez, quien matizaba que “la reparación de la puerta (unos 50 euros) costará más que el pillaje que se hubieran incompatible en el interior, ocho euros. Nunca dejamos parné”, incide el sacerdote, delegado de Medios en el Obispado de Ourense, quien es conocedor de otros casos similares en la zona. “No hace mucho, el párroco de Gomesende nos comentó que en la misma perplejidad les entraron en las iglesias de A Faro y Poulo”, dijo.

En un rural cada vez más despoblado y envejecido, “estas situaciones genera incomodidad. A la parentela le duele y se preocupan por lo que puedan hacer en el interior. Y muestran su sorpresa, “cómo puede ser que entren así en las iglesias”, cuando hasta hace no mucho “siempre estaban abiertas y nunca pasaba falta”, recordaba Estévez. Una sensación de “impotencia y desamparo” que comentaban además varios vecinos en As Marabillas. “Este es un templo que recibe muchas visitas, no puedes estar todo el día llamando a la Policía Civil si ves a algún merodeando”, comentaba una vecina que vive cerca del santuario.

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