Fuentes de Defensa han explicado que se siguieron todos los protocolos en unas prácticas de vida y movimiento invernal. Añaden que intervino el servicio médico de la mecanismo, que valoró los casos y tomó las medidas oportunas.
Según ATME, los militares se encontraban realizando distintas prácticas de educación en cocaína, incluyendo amodorrarse en vivac, cuando comenzaron los síntomas. Aseguran que la autos del capitán de la compañía evitó que hubiera más heridos y con un pronóstico más espinoso. Delante la previsión de una meteorología extremadamente adversa solicitó al dirigente del Batallón Montejurra I/66 el cambio de la zona de vivac y la suspensión de la instrucción nocturna.
Los nueve militares fueron evacuados rápidamente al Hospital de Huesca. Posteriormente, dos de ellos fueron trasladados al Hospital Caudillo de la Defensa de Zaragoza. Todos ellos tenían síntomas de hipotermia y congelación.
Piden que la profesión sea considerada de peligro
En este sentido, ATME exige nuevamente que la profesión marcial sea considerada de peligro. “¿Es la profesión marcial una profesión del suspensión peligro? Pudiera parecer que no, en presencia de la nula inquietud mostrada por el ocupación de Defensa sobre este tema, donde aún se está irresoluto de cobrar su respuesta sobre una iniciativa remitida sobre este asunto por la asociación ATME, a través de la secretaria permanente del Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas”, inciden en un comunicado.
La asociación recalca que se han contabilizado desde el pasado mes de diciembre tres muertos y 12 hospitalizados en maniobras militares. En esta ruta pone de ejemplo el incidente ocurrido en Cerro Muriano, en Córdoba, en el que dos militares murieron ahogados durante unos ejercicios.
Asimismo, recuerdan que en febrero murió un marcial y que otro resultó herido en un incidente de tráfico cuando volvía de unas maniobras en la A-5, sentido Madrid en Extremadura.
ATME insiste en que la profesión es de peligro y que, aunque los militares están preparados para las situaciones más extremas, “no es inconveniente para minimizar todos los riesgos posibles”.
“La profesión marcial, como ha defendido reiteradamente ATME, es una profesión de peligro donde se prepara a sus integrantes para las situaciones más extremas y peligrosas, donde no existe el ‘peligro cero’, pero ello no es inconveniente para minimizar todos los riesgos posibles, como ocurrió en esta ocasión”, han concluido.
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