El líder iraní que desayunó chocolate con churros en la Casa de la Villa y piropeó a una concejal


Cuando una autoridad internacional llega a la capital en visita oficial es agasajada y recibida por los máximos dirigentes políticos: suele acudir tanto a Moncloa como al Palacio Real. Pero hay otro lugar por el que también pasan muy frecuentemente y es el Ayuntamiento de Madrid. Hubo un momento en que el alcalde, que entonces era José María Álvarez del Manzano, fue más allá de la entrega formal del llave dorada de la ciudad a algunos de estos ilustres visitantes, sino que también organizó un pintoresco -a ojos de los visitantes- típico desayuno madrileño, donde no faltaron churros ni chocolate y, en ocasiones, también hubo azucarillos, un dulce clásico en Madrid del siglo XIX.

Uno de los que llegó a Villa y Corte fue Mohammad Khatami, el quinto presidente de Irán, quien ocupó ese cargo entre el 2 de agosto de 1997 y el 2 de agosto de 2005. Khatami fue uno de los líderes del movimiento reformista iraní, pero fue también un ulema, un doctor en ley islámica, estricto con su cumplimiento. Por eso su visita oficial a España fue seguida con suma atención en cada gesto y muy comentada por la prensa.

Por ejemplo, fueron publicados y fotografiados su saludo al rey Juan Carlos, con un apretón de manos, y su trato diferente a la reina Sofía, a quien sólo sonrió, sin ningún contacto físico. El rígido protocolo islámico indicaba que el líder iraní no estrechaba la mano de las mujeres y no se sentaba en ninguna mesa donde se sirviera alcohol.

Llegó así la hora del desayuno que el alcalde José María Álvarez del Manzano brindó a los visitantes. Y para evitar molestias, el concejal ordenó retirar dos cántaros, con las inscripciones ‘anís’ y ‘aguardiente’, que habían decorado desde hacía muchos años la sala en la que se iba a servir el ágape. No tomaron esas bebidas ni ninguna otra; fueron sólo atrezzo, pero el alcalde prefirió evitar susceptibilidades y optó por ser, como siempre, un estupendo anfitrión.

Jatami y su comitiva llegaron a la plaza de la Villa, donde les esperaban las autoridades municipales. Entraron al edificio acompañados por ellos y se dispusieron a disfrutar del menú habitual: churros, chocolate espeso y otras delicias. A un lado del presidente iraní, el alcalde; del otro, la primera teniente de alcalde, lamentablemente desaparecida, Mercedes de la Merced, una política de raza y una mujer hermosísima.

El líder iraní observa un crucifijo en el salón de plenos de la Casa de la Villa

EFE

Las crónicas periodísticas narran cómo fue aquel encuentro, en el que “a pesar del rígido protocolo islámico que sigue el presidente iraní, que no da la mano a ninguna mujer”, Jatami “no pudo evitar dedicar una galantería a Mercedes de la Merced”. La concejala explicó, mitad en inglés y mitad mediante el traductor de farsi, que había visitado Irán el año anterior y elogió el atractivo de sus paisajes. El presidente iraní le preguntó si entonces se había cubierto con el chador, a lo que la alcaldesa respondió que solo se puso un pañuelo. “Pero eres hermosa con y sin pañuelo”, dice el cronista que dijo Jatamí.

El político iraní recibió la Llave de Oro de la ciudad y en su discurso apeló al civismo y al diálogo para acabar con “la intolerancia, la violencia, la discriminación y la tensión mundial”, informaron las agencias.

Gracias a estos tradicionales desayunos organizados por el alcalde Álvarez del Manzano, muchos dirigentes extranjeros viajaron a sus países conociendo más las costumbres y la gastronomía madrileña.

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