Un policía procesado por el 1-O denuncia por abuso sexual a la manifestante que lo besó en la boca


Tras la denuncia de la Fiscalía de la Audiencia Nacional contra Luis Rubiales por besar a Jenni Hermoso, un policía imputado por el 1-O ha denunciado abusos -basándose en el anterior Código Penal- contra el manifestante que le entregó un beso en la boca durante el dispositivo para intentar impedir el voto ilegal en Barcelona, ​​en octubre de 2017.

El beso, que fue grabado por las cámaras de la cadena Al Jazeera, se produjo cuando el funcionario, entonces en el Unidad de Intervención Policial (UIP), se encontraba frente al Departamento de Educación, en la vía Augusta de la capital catalana, bajo orden de confiscar las urnas. Fue allí que, mientras mantenía la fila, con la visera de su casco levantada, una de las manifestantes, como apreciar en las imágenes -minuto 1:33-Agarró su cabeza y lo besó.

En la denuncia, consultada por este Diario y presentada este lunes 11 de septiembre ante el juzgados de barcelona -por tanto, pendiente de ingreso-, el policía relata que la reacción de la mujer se produjo en un ambiente de “extrema violencia ambiental”, entre gritos e insultos a los uniformados, cuando estos ya se retiraban. Fue entonces cuando la manifestante, “de unos 60 años”, se acercó a él, lo insultó y acercó su boca a la de él, después de agarrarlo por el cuello.

El funcionario cree que esta acción buscaba una reacción de su parte, que desencadenaría “una situación de violencia generalizada”.

El funcionario cree que esta acción buscaba una reacción de su parte, que desencadenaría “una situación de violencia generalizada». Además de “disgusto”, su reacción fue de contención, ante la situación de extrema tensión que, dice, vivió en cada colegio donde les ordenaron intervenir en esa fecha. “Agarrándome de la parte inferior del casco no puedo escaparme”, detalla en la denuncia. Tampoco mostrar una “respuesta repentina” que podría haberse provocado, para evitar un riesgo aún mayor para la fuerza actuante.

Aunque han pasado casi seis años, el agente ahora formaliza la denuncia, tras el caso Rubiales. Una denuncia en la que solicita la IDENTIFICACIÓN de las mujeres, así como un Orden de restricción De la misma. Desde el Sindicato Unificado de Policía (SUP) instan a “los poderes públicos a poner a disposición del funcionario todas las herramientas y garantías para protegerlo”.

Por su parte, el afectado explica a este diario que la mujer no tenía una actitud libidinosa en su comportamiento, pero con este llamado de atención pretende demostrar que, así como le dieron un beso, cualquier manifestante podría haber agredido al policía de línea, por ejemplo, con un objeto punzante.

Su intención es, dado que se le acusa de su actuación el 1 de octubre, intenta mostrar lo que es de libro de texto: esa distancia es vital en el despliegue de los policías antidisturbios que no saben si, entre la masa, algunos de los manifestantes pueden portar objetos peligrosos. La distancia es, por tanto, la mejor forma de repeler posibles agresiones.

Lesiones leves

Y, a la espera de que la Fiscalía y las partes presenten sus respectivos documentos, planea sentarse en el banquillo debido a lesiones menores, al repeler el ataque de un activista a uno de sus hombres. «Se hizo un uso progresivo de la fuerza, tal como lo establecen los protocolos. “Mi jefe decidió no utilizar bombas de humo ni gases lacrimógenos, ni pelotas de goma, así que lo único que le queda es la defensa regulatoria”, explicó a torrevieja news today hace unos meses. En cambio, el autor sólo necesitó asistencia médica inicial.

A su grupo se le asignaron 22 escuelas. En los primeros tres, dispersaron a los votantes con acaparamiento y dislocaciones. “La actitud fue cambiando a lo largo de la mañana, al principio fue meramente pasiva, más o menos educada, pero cuando vieron que no había sanciones ni detenciones: resistencia numantina”, apunta el policía que, durante la década que pasó en el UIP, garantizó la seguridad en manifestaciones en el País Vasco y Navarra. Al igual que sus compañeros, no había visto nada igual.

«Mis hombres los llevaron de la mano, dislocándolos, al área delimitada, pero eso no me gusta, porque esas personas no fueron registradas, si alguien tiene un objeto punzante y se lo clava en el cuello, ahí se queda. Por seguridad personal mantengo mi distancia, dos metros. Si me atacan con un cuchillo puedo reaccionar. En cambio si lo tengo agarrado de un brazo, con el otro puede sacar cualquier cosa. “No se puede tolerar el cuerpo a cuerpo”, ilustró entonces.

Se trata de orden público. “Si te ordenan salir de la zona de exclusión, tienes que obedecer, pero ese día, hoy o mañana si vas a un partido de fútbol”, subraya. De los 65 agentes denunciados en la causa Barcelona Investigación 7, el juez Francisco Miralles ha desestimado la causa contra 20: aquellos que no utilizaron la defensa policial, sino “agarradores”.

Abrumados, cuando terminaron de cerrar la cuarta escuela, a las 14:00 horas recibieron la orden de retirarse. Nadie se hizo cargo. Ni los anteriores, incluidos los cargos. “Mi jefe me daba las órdenes en voz alta, porque estaba detrás de mí, pero se las daba por celular y por un canal corto, que no pasa por emisora ​​y no se graba”. Ahora, 45 agentes están a la espera de juicio por sus acciones ese día.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *