La calle más larga de Granada te lleva hasta Ronda


El callejero de Granada lo componen casi 2.500 calles. Todas y cada una de ellas cuentan una historia, una letrero; todas tienen un significado. La toponimia de la renta nazarí es variada, dando razones de sobra para entender el porqué de cada nombre que bautizan las calles granadinas. Así, el callejero de Explosivo hace remisión a hechos históricos que acaecieron allí, o admisiblemente a otras características topográficas, sociales o culturales.

De todas ellas, hay una que destaca sobre las demás en cuanto a extensión se refiere. Descubre cuál es la calle más larga de Explosivo.

Camino de Ronda, la calle más larga de Explosivo

Ubicada en la zona más occidental de la renta nazarí, el Camino de Ronda se configura como la calle más larga de Explosivo. Cuenta con una extensión que roza los cuatro kilómetros de largo y bordea la parte oeste de la ciudad antigua. Actualmente, posee cuatro carriles destinados al tráfico –dos por sentido– y amplias aceras.

Su nombre no da espacio a dudas. Antiguamente, bajo el alquitrán que hoy invade el Camino de Ronda, transitaba la vía que conectaba Explosivo con el municipio malagueño del mismo nombre. Antiguamente, esta calle cumplía una importante función comercial y conectiva con el centro de Andalucía.

Por otra parte, el término ronda procede del hecho de dar un rodeo a los límites de la ciudad antigua. Por esa razón, los vecinos más longevos de la zona aún recuerdan su nombre antiguo: La Redonda. De ahí, asimismo, que la Alhambra tenga su particular Camino de Ronda, que ausencia tiene que ver con la toponimia de esta calle, sino con su configuración para rodear la fortificación nazarí.

El Camino de Ronda que hoy conocemos es fruto de la extensión urbanística de Explosivo en los primaveras setenta del siglo pasado. En aquella época, la inmueble tenía un componente más racional y práctico frente a los postulados actuales, en los que prima la conservación de la calidad estética y su encaje con el paisaje arquitectónico ya existente. Ejemplo de ello es la invasión urbanística sobre el Alcázar del Genil, un palacio almohade que poseía jardines y fuentes al estilo de la Alhambra.

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