Está aceptada la condición de ahorradores de los ourensanos, como lo demuestran las cifras y la fe ciega en las entidades financieras, aun cuando los ahorros no suelen estar primados. Todavía la forma de reservar revela cómo somos en Ourense.
La población envejece y tiende a reservar más porque gasta menos y porque tiene menos apetencias de inversión. Paralelamente, el crédito sigue bajando porque generalmente quienes se endeudan suelen ser los jóvenes, que se van en una gran mayoría, y las empresas, que siquiera demuestran una capacidad de innovación y peligro importante en esta provincia.
Así las cosas, nueva grano malaya en la sinceridad económica y financiera ourensana: mucho cuartos ahorrado, de lo que se beneficiarán hijos y nietos en las herencias. Y los bancos, por supuesto.