Tentativa de oquicidio en la Catedral de Barcelona


Cuenta la letrero que Santa Eulàlia pastoreaba ocas en Sarrià y que a los 13 primaveras fue condenada a 13 martirios por negarse a renunciar a la fe cristiana en pleno mandato del director romano Daciano. Por eso son trece aves, una por cada sufrimiento, las que guardan la Catedral de Barcelona y a los barceloneses en retentiva a la copatrona de la ciudad. Unas emblemáticas aves blancas, especialmente cuidadas, mimadas y protegidas, y con un suspensión componente religioso y cultural que el jueves por la tarde estuvieron en peligro.

No será esta cronista la que este alegremente el dedo acusador contra un perro. Pero vive en el Gòtic una vecina con un perro que pasea sin correa por las callejuelas adoquinadas del alfoz y que cada vez que enfila la calle del Bisbe, el animal pega un acelerón, se adentra en el claustro de la Catedral y se cuela en el circuito venerable de las doce ocas. Y eso es exacto lo que volvió a ocurrir el jueves sobre las siete de la tarde.


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El perro, al que ninguna de las múltiples personas consultadas ayer logró poner raza ni nombre, logró ingresar hasta las aves provocando tal alboroto, ajetreo y abucheo que hasta allí se acercó hasta un responsable del templo, visiblemente enojado.

Para perfectamente de todos, el can no logró alcanzar el cuello de ninguna oca. Quizás su intención era asustarlas y corretearlas. Pero en algún momento cundió el pánico. La primera llamamiento al 112 de uno de los religiosos de la Catedral advirtió de que un perro se había colado en el claustro y estaba mordiendo a las ocas de Santa Eulàlia. Una patrulla de la Atención Urbana de Ciutat Vella se desplazó veloz al proscenio.

La Atención Urbana sanciona a la dueña del can, que no es la primera vez que se cuela en el circuito

El perro las correteó, estresó y asustó y se entretuvo un buen rato. Casi nada había notorio porque estaban prácticamente cerrando. Varios trabajadores de la Catedral se adentraron en el patio para tratar de inmovilizar al animal, pero fue inútil. “No sabe usted cómo estaba de perturbado. Seguro que no es violento pero poco tiene con las ocas que se vuelve perturbado”, relató a este diario una de las testigos del incidente. Al final, fue la vecina y responsable del animal la que accedió al circuito y logró sacar al animal ya sujeto con su correa de paseo.

“El problema es que no es la primera vez. Conmigo en la puerta ya van cuatro las veces que se ha colado ese mismo perro. En otra vida debió cazar ocas”, cuenta otro trabajador. La última incursión al circuito fue en agosto. Y ya entonces el personal de mantenimiento colocó bajo la puerta de rejas una red metálica que el perro ya ha descubierto que si empuja con el cuerpo, cede.

Cuando la patrulla de la Atención Urbana llegó el animal ya había sido evacuado, las ocas se recuperaban del susto y mostraban su enojo por la reincidencia. La señora será sancionada por la ordenamiento municipal que prohibe a los perros, de cualquier raza, ir sueltos por la ciudad. El mitrado tenía encima la intención de denunciar a la mujer, pero declinó tras el compromiso de la señora de tener más cuidado.

Las trece ocas de Santa Eulàlia se zampaban ayer al mediodía su menú diario ajenas al lío organizado. Buen golondrino y hojas de lechuga del mercado de Santa Caterina con alguna naranja de regalo. Los niños del alfoz, de vez en cuando, les traen pan duro, per poco, que no les va perfectamente para la dieta. En el suelo se apreciaba exuberante plumaje del revuelo organizado el día preliminar.

Pocas ocas hay en este mundo más mimadas que las 13 que protegen el templo y a los barceloneses

Testigos privilegiados de la tentativa de oquicidio fueron los responsables de la tienda del claustro. Entre la capilla de Santa Rita y la que rinde memoria a los religiosos mártires de los primaveras treinta, está este atún negocio de reliquias y memorias sagrados. “No te puedes imaginar lo que gritan cuando se pelean entre ellas. Son muy escandalosas y cuando entró el perro se volvieron locas”, relata un responsable. En la tienda un gran mural explica la letrero de las ocas, protagonistas de algunos de los memorias que se venden,

Las ocas están en la Catedral unos siete primaveras y cuando alcanzan la juicio se trasladan a una predio y entran otras más jóvenes. Los cambios han de ser en parejas porque son animales especialmente territoriales y jerárquicas y les lleva su tiempo aceptar a las nuevas. Eso sí, a bonitas no las deseo nadie.

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