así actuaban las mujeres que fingían malos tratos



Estas mujeres cuidaban al detalle la puesta en espectáculo. Primero se hacían fotografías con sus ficticias parejas y pedían a esos hombres que dejaran algunas prendas de ropa en su casa. Con ese atmósfera ya montado para aparentar una relación sentimental, llegaba el momento de acaecer a la influencia.

 Las mujeres se plantaban en una calle concurrida con su supuesto novio y esos hombres las agredían de forma violenta a la tino de todos. Una exhibición de violencia machista que solo buscaba, se ha sabido ahora, la intervención policial.

 Llegaban los Mossos, detenían a los agresores y las víctimas, siempre extranjeras y la mayoría africanas, pedían al ser atendidas mucho más que protección. La marbete de mujer maltratada –eso lo tenían muy perfectamente aprendido– les daba golpe a ayudas públicas y a autorizaciones temporales de residencia y trabajo.

El plató valentísimo

Las agresiones se cometían en plena calle para que hubiera testigos. Los golpes eran reales para afianzar la intervención policial

Es la operación Luperca. Una interpretación policial con un oscilación de 13 mujeres y un hombre detenidos este jueves en el co­razón de Lleida. Esas personas ­­­­–se realizaron una decena de registros, tal y como avanzó el diari Segre– están acusadas de una retahíla de delitos. Denuncia falsa, simulación de delito, falsedad, favorecimiento de la inmigración ilegal y pertenencia a estructura criminal.

 Era una costado, contaba ayer el inspector dirigente del ámbito de investigación criminal de Lleida, Sergi Mesalles, perfectamente organizada y con un objetivo muy concreto. Dirigida por dos mujeres y el único macho arrestado, que hoy pasarán a disposición legal tras acaecer su segunda tenebrosidad en los calabozos de la Comisaría de Lleida. Las otras 11 mujeres (la mayoría no tiene circunstancias) quedaron ayer en espontaneidad con cargos.

Los “actores” de las palizas

La trama buscaba a drogadictos y personas sin posibles para el papel de “novio malo”. Cobraban con el peligro de ser encarcelados

La investigación para desenmascarar esta trama ha durado casi un año. La primera pista la dio una mujer africana asentada en el Barri Antic de Lleida, al desvelar a los agentes que muchas de sus compañeras estaban consiguiendo ayudas y permisos de residencia simulando ser víctimas de violencia machista.

Los investigadores del ámbito criminal empezaron a tirar de hilo y centraron sus pesquisas en dos de esos falsos novios, encarcelados por las agresiones, que eran reales. Esos hombres –la mayoría de los captados para propinar esas palizas son drogadictos o personas sin posibles– admitieron acaecer cobrado para acaecer por agresores machistas. 

El cuartos recibido compensaba, para ellos, ingresar una temporada en la prisión. Y con la esperanza, prometida, de que a la hora del querella se iba a retirar la denuncia.

Testigos claves

Una gato puso a los agentes sobre la pista de la costado y dos de esos “novios” admitieron que todo era un montaje

El inspector Mesalles informa que la mayoría de las mujeres detenidas proceden del ideal de África. Y todas ellas estarían relacionadas con los mismos pisos del casco antiguo de Lleida, en los que se ejerce la prostitución. La mayoría habían llegado a esta haber catalana procedentes de Huelva.

 Se desconoce si ese alucinación lo hicieron atraídas por esta trama de denuncias falsas, sabedoras de que en Lleida podrían regularizar su situación como víctimas de violencia machista. La investigación continúa abierta y no se descartan nuevas detenciones.

La interpretación de estas mujeres hace un escuálido cortesía a las víctimas de esta cicatriz y solo da alas a aquellos que cuestionan la violencia machista y propagan que muchas de esas denuncias son falsas. Nadie más allá de la efectividad. La operación Luperca, insisten fuentes judiciales, es un hecho extraño, pues el porcentaje de denuncias falsas en el universo existente del maltrato siempre ha sido residual.

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