El horror de unos vecinos de Barcelona amenazados por pisos turísticos ilegales: grietas, goteras y okupas


Desde marzo del año pasado, los vecinos de un edificio de Barcelona denuncian presiones y amenazas por parte del nuevo propietario tras obtener este y más bloques de la calle. A su aparición, les llegó a ofrecer 3.000 euros a cada vecino para marcharse de sus viviendas y así poder destinar el edificio inconmovible a construir pisos de alquileres vacacionales. Los amenazó, cuentan, diciendo que iba a comenzar unas obras muy ruidosas y que no iban a poder soportarlo.

Tras la negativa de los vecinos, inamovibles en su intrepidez, comenzó la pesadilla: los destrozos por las obras de reforma de los pisos comenzaron a afectar a sus inmuebles durante meses. Pascal y su vecina Esther consiguieron demostrar que el propietario no tenía los permisos para hacer los trabajos de construcción y denunciaron a la Delegación.

En primavera, el Cabildo detuvo las obras de reforma ilegales y sancionó al patrón, pero el pedrusco permaneció impresionado por grietas, goteras y agujeros. Pero la pesadilla de estos vecinos no termina aquí: tras la denuncia, unos siete u ocho supuestos okupas se instalaron en dos de los pisos. El trajín de personas, maletas, cartones y muebles se sucedió durante semanas.

Es entonces cuando empezaron las riñas, las peleas, los insultos y las amenazas Incluso llegaron a cortarles el cable de la antena de la televisión. Un referencia de los bomberos concluye que varias de las inundaciones fueron intencionadas.

Hace dos semanas que los supuestos okupas desaparecieron y desde entonces no los han vuelto a ver, pero Pascal y Esther viven esta tensa calma con angustia, porque no saben si volverán.

El edificio ya está en cesión, y su ubicación -detrás del mercado municipal de Santa Caterina- atrae a los posibles compradores. Pero los carteles colgados por los vecinos alertando de la situación y los conflictos habidos espantan a particulares e inmobiliarias.

A todo lo vivido se le suma la proximidad de la época en la que expiran los contratos de arriendo de los vecinos: en el caso de Pascal, en casi nada cinco meses tendrá que inquirir un nuevo hogar si no cambia la situación. Encontrar una vivienda con las condiciones de arriendo que tiene desde hace cinco primaveras es prácticamente difícil en Barcelona hoy en día, denuncia.

El caso ya está en los juzgados, pero en una grado preliminar y los abogados advierten que los pasos en estos casos son lentos. El Cabildo puede poner multas de hasta 900.000 euros por acoso inmobiliario, pero estos procesos difícilmente acaban en una consentimiento. Y mientras tanto, nadie se hace cargo de los destrozos del pedrusco 16, ni siquiera -como ellos mismos refieren- del año perdido de sus vecinos, que se sienten desamparados.

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