Una vida dedicada al trabajo en el campo, con una actividad entre moderada e intensa y, sobre todo, constante. Aquí siempre hay poco que hacer. Las cebollas, las lechugas y las gallinas no dan tregua. “Mira, esta gallinácea la tengo aquí apartada porque tiene pollitos”, nos explica mientras recorremos su huerta.
Ella tuvo 7 hijos y emigró a Alemania, pero en cuanto pudo volvió y se estableció en su Covelo oriundo: “Aquí se vive muy perfectamente”.
2.400 habitantes y 12 centenarios
Razón no le descuido. Se vive muy perfectamente y por mucho tiempo. Esta pequeña ciudad del interior de la provincia de Pontevedra tiene unos 2.400 habitantes y este año alcanzará los 12 centenarios. El porcentaje lo dice todo.
Por otra parte de la naturaleza y la comestibles, hay otro aspecto que aparece cada vez que se estudia la duración en el rural gallego; la descuido de estrés. Aquí la vida se vive tranquila, en paz. Se trabaja duro y sin tregua, pero se disfruta tanto o más.
“No puedes estar quejándote todo”
Palmira tiene 87 primaveras, entre risas nos invita a retornar a su casa cuando cumpla los 100. Para ella todo es una cuestión de talante. “No puedes estar pensando en lo malo y quejándote, hay que echarle una sonrisa”. La suya no puede ser más bonita.
Aún enciende la cocina de paliza y pasea por el entorno de su casa. “No me gusta cero estar metida en casa ni quieta”, dice. No nos resulta difícil creerla, no hay más que verla.
Una vida de trabajo en la que además hubo tiempo para las fiestas y los bailes, como en el caso de Joaquina que aún recuerda las canciones de su adolescencia y que no duda en arrancarse a cantar en cuanto lo recordamos.
Ella cumplirá los 100 en julio y, aunque pretende ser una sorpresa, en exposición su hija se da la dorso nos reconoce que sabe que le están preparando poco. Y es que no es para menos, un siglo no se cumple todos los días.
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